Cartas de un amor a la antigua I

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PEQUEÑA NOTA…

Licenciado… Es, por mucho, más valiente que en sus relatos.
Dígame usted cual es su manera de proceder en esta situación. Si bien fui yo quién lo propuso, me encantaría que fuera usted quien inicie el "coqueteo a la antigua". 
Por otro lado, soy un poco feminista y he de decir que si usted se encuentra a mis pies, de manera igualitaria yo me encuentro a los vuestros.

PRIMERA CARTA…

QUERIDA VENUS.

Pues me honran tan exquisitas palabras y no podría imaginar, que belleza inigualable y tan noble dama se incline ante mí. Soy yo quien se honra con su presencia, quien no es digno de que sus bellos ojos me miren, pero atreviéndome a cometer la osadía de pasar encima de mi condición de plebeyo, me acercaría a usted y me entregaría completa y incondicionalmente a sus servicios, usted podría hacer de mi, su esclavo si así lo quisiera, el confidente de sus fantasías, aquel que sea pleno con el solo roce de su piel al tomar su mano.
El que cortaría una rosa envenenada  pinchándome la mano para que esa rosa adorne su mesa en un florero de cristal templado.
Se que mi condición es despreciada, que mi ilusión es un atrevimiento mortal, que mi sueño de tenerla es imposible pero, por usted pelearía con cualquiera en un duelo a muerte si su corazón es el premio de mi hazaña. Déjeme seducirla con mis palabras y llevarla al cielo con mis poemas febriles que este corazón me obliga a escribir, quiero introducirme en sus sueños y que en ese mundo nos entreguemos sin condiciones.

Atentamente…

L.D.M. el caballero de años modernos que la admira y la enaltece

 

PRIMERA RESPUESTA.

MI LICENCIADO DAVID.

Tiene usted razón al decir que es un osado, pero es su propia osadía la que me hace desearle sin control. 
Sepa que la rosa que sus manos me entreguen, la pondría a un costado de mi cama para que sea lo último que vea en las noches y de esa manera pueda entregarme en mis sueños a usted y para que sea lo primero que perciba por las mañanas de forma que mis sueños sean recordados y me lleven al éxtasis.

Atentamente suya:
VENUS.

 

SEGUNDA CARTA…

MI QUERIDA VENUS .


Son esos sueños los que a mí me tienen en insomnio, es mi alma la que sale de mi cuerpo y va hacia su dormitorio para fundirse en una comunión inigualable de nuestros deseos. Paso las noches en vela pensando en su belleza, me revuelco en la cama pensando si mi esquela es recibida con afecto entre sus manos, la noche se amotina y me tortura con el frió de no tenerla entre mis brazos y con un soplo de calor, mi mano se entibia con el tesón de su recuerdo y escribe ansiosa la siguiente carta.
Saber que su condición y la mía son diferentes, saber que nuestro amor es prohibido, pensar que es pecado el simple hecho de yo acercarme a usted, me da la fuerza para ir contra la corriente, de luchar con valentía hacia usted, porque usted es todo lo que anhelo, y si usted me da aunque sea la mínima sobra de su cariño yo, venceré al huracán que es mi propia adversidad para llegar a sus pies para que haga de mi lo que quiera. 


Siempre suyo.
L.D.M.

 

SEGUNDA RESPUESTA.

Oh mi amado Licenciado Murrieta.

Sepa que esta noche ha sido maravillosa,  mi sueño ha sido completamente reparador y todo esto gracias al calor que su alma me proporcionó. Agradezco infinitamente al cielo por haberme dado la oportunidad de que un hombre cómo usted sea quien me pretenda. No sé qué cantidad de veces sean las adecuadas para decirle que nuestra diferencia de condiciones no son nada comparadas con la similitud de nuestros deseos.
Tal vez sean banalidades las que hablemos o quizá sean los más profundos y oscuros deseos del corazón lo que expresamos, pero ya espero ansiosa su siguiente carta.

Incondicionalmente suya

Venus

 

TERCERA CARTA.

 

MI ADORADA VENUS.

 

Sepa que antes de escribir esta esquela, rompí muchas otras hasta que encontrara las palabras exactas, para declararle lo que siento y me tortura justo en el miocardio, y es que no encuentro la razón de este asirio, es un perverso magnetismo que a la vez me repele, es desear y querer apartarme de eso que tanto he soñado.

No me siento digno de su belleza pero la anhelo, soy insignificante a su elegancia pero la quiero cerca, sé que no merezco sus caricias pero las necesito con desesperación, mis ojos desean verse reflejados en los suyos, pero a la vez siento miedo, miedo de su rechazo, miedo de su indiferencia, es tan grande el premio de su presencia que mi ser no acierta que puede ser real. Mi corazón se aferra a usted pero a la vez siente que es una ilusión imposible, ¿es culpa de mi corazón? Acaso… ¿una dama como usted, jamás podrá estar a mi alcance? yo quiero pensar que no, que usted me corresponde y todos los días piensa en mí tanto como yo no dejo de pensarla ni un instante, por eso, tendrá la rosa más hermosa que en mi jardín halla florecido. Para recordarle que usted está siempre en mi mente y hace hervir mi sangre con solo verla pasar. Aunque ante su belleza, esa rosa se humille, esta será el signo de mi profunda pasión y deseo por usted.

 

Siempre suyo.

L.D.M.

 

TERCERA RESPUESTA…

 

Mi amado Licenciado David Murrieta.

Me hiere saber que es para usted un predicamento tan difícil el sentirse atraído a mí. Sabe perfectamente que mis sentidos se guían en el sentido que usted se mueve. 
Permítame demostrarle de la manera que usted considere oportuna que le deseo más que mi cuerpo necesita agua, que le quiero más que el sol a las mañanas y que anhelo estar cerca de usted tanto como el mar se une a la arena.

Incodicionaltemente suya 

VENUS
 

 


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