Sometida por John Killer...el gigante (Parte 3)

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CONTINUACIÓN PARTE 3

“Bien”- me dijo mientras me daba la vuelta como si fuese de pluma. Me colocó boca abajo sobre el frío suelo, podía sentirlo enfriar mis pechos, mi abdomen y mis piernas. Me arrancó el tanga y ató mis manos con él tras mi espalda. Flexionó mi cuerpo de la cintura, dejándome arrodillada, pero al tener mis manos a la espalda, mi mejilla derecha era el apoyo de mi cabeza sobre el suelo. Mi culito había quedado para arriba…entregado. Por el cristal veía su silueta perfecta y monstruosa. Su amenazante verga, tersa y venosa, se erguía a 45 grados apuntando al techo. Se arrodilló detrás de mí, para apoyarla entre mis nalgas musculadas y sudorosas… comenzó a serruchar apretando mis glúteos con sus manos, masturbándose con mi culo. Sentía el roce grueso de su fricción en mi ano cerradito y sus huevos chocar con mi vagina. “Tienes un culo perfecto…” me decía con tono depravado. Me sentía indefensa… excitada.

Su cara, del tamaño de todo mi trasero, la bajó hasta mi culo y comenzó a chuparme con desesperación, sentí su lengua entrar en mi coñito apretado y en mi ano… Era como si me follara un pene mediano… un placer cálido me embriagaba y me hacía gemir. Él comía como un vikingo hambriento, hurgando con su lengua las paredes interiores de ambos orificios… abriéndome las nalgas con sus grandes manos.

Entonces llegó el momento… se incorporó y me trajo hacia él, apuntando sus 35 centímetros de carne en mi perfilada línea vaginal. La restregó varias veces abriéndose paso entre mis labios húmedos… Mi coñito ya chorreaba de flujo goteando el suelo. Comenzó a empujar despacito; por suerte no era virgen, pero casi como si lo fuera.

Sentía la penetración, dilatando, estimulando mi vagina con movimientos cortos y suaves. Tenía su glande metido adentro, era como si hubiesen metido una mano… tan rígida… Me retorcía de placer, tratando de morder mí hombro. Los orgasmos me sucedían cada rato, largos, e intensos… Él me daba cachetazos al culo mientas me decía “así te gusta putita?” “Te gustan las pollas grandes?” Yo decía que sí a todo…

Por momentos la sacaba, y miraba mi vagina dilatada… yo gemía, en protesta. Y él esperaba mi reclamo “métemela por favor…quiero más”.

Comenzó a dar un poco de ritmo, emocionándose. Aceleró. Cogiendo mis brazos atados. Sus embestidas eran más profundas, creí que me rompería al medio. Metía su polla con todas sus fuerzas, pero como no llegaba a entrar entera se doblaba un poco adentro mío. Cada golpe de su cadera y cada penetración era un dolor profundo pero placentero. Yo gritaba y lloraba, sin poder evitarlo, sin embargo tras esto, el placer me embriagaba.  No podía detenerlo, mucho menos atada como estaba. Sus huevos de toro chocaban con mi clítoris, estaba corriéndome del gusto y del dolor…

Sacó su polla…y levantándome por el pelo, me sentó de culo en el suelo y colocó su verga frente a mi rostro. La vi… con su cabeza brillosa a punto de explotar, él mientras se masturbaba. Me cogió por la nuca, quería correrse en mi cara. “Abre la boca perra” me ordenó… La primera lechada, fue a parar a mi campanilla de la garganta. Tosí y tragué, mientras él seguía lanzando chorros en mis mejillas. Sentía como continuaba bañándome de leche durante medio minuto, hasta dejarme la cara llena. Era un semental… Podía lanzar su semen, cinco, seis o siete veces más que cualquier hombre. En cantidad, y en fuerza…un dios.

“Límpiamela… y bébetela” – me decía mientras la metía en mi boca… Lo cierto es que aquel semen, tenía un sabor adictivo…un elixir del placer. Luego agregó: “guarda un poco, para lubricar tu culito hermoso”

Lamía el semen de mis dedos asustada, aunque era un placer todo lo que me ordenaba… John era insaciable, el orgasmo para él no era ningún indicador del final del sexo. Había terminado de lubricarme con la última gota cuando vi su pene nuevamente erecto…

No podía evitar embriagarme en cuanto me tocaba, su boca grande tragaba la mitad de mi seno, y me invadía la excitación por el cosquilleo. Bajó y comenzó a lamer mi clítoris, sus manos cogían mis caderas apretándolas, eran grandes, venosas y fuertes. Yo tenía una sensación de estar a su merced, pero a la vez de estar protegida por un dios griego del sexo. Me giró poniéndome en cuatro y se acomodó para deleitarse a su gusto. Empecé a sentir una necesidad de ser penetrada por esa bestia que colgaba entre sus piernas. El semen que lubricaba mi esfínter era estimulador… Mis impulsos me movían como una gata en celo, mientras empujaba su miembro en mi culo con fuerza. Me lo abría con sus manos y la enterraba. Yo gemía y me quejaba del dolor. Era difícil penetrarme…mi culito era cerradito.

John Killer se incorporó y se sentó en la camilla de la cápsula. Con un solo brazo me arrastró hacia él y sin preguntar me cogió con ambas manos de la cintura me clavó el coño sentándome sobre su verga. Aunque estaba bien lubricada y dilatada, sentí que me la había metido hasta el pecho… Un dolor y placer me hicieron aullar como una loba. Comencé a cabalgar despacio y a columpiarme adelante y atrás. Arqueando mi espalda, sacando mi glúteo torneado para afuera. Él aprovechó mi movimiento y metió un dedo en mi culito, para romper el hielo…Os aseguro que no pasaron 5 segundos y me corrí… Largo, profundo e intenso… un orgasmo como ninguno. Su polla estaba bañada de mi flujo… “veo que el culito te da placer perra…” me decía mientras yo aún temblaba del orgasmo que me había regalado. “Pero tu culo todavía tiene que tragar leche” Sus palabras me asustaban y me excitaban. Me había poseído el diablo...

CONTINUARÁ


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