DESEO QUE NO ME OLVIDE.

Nunca la he considerado una enemiga, a pesar de los momentos difíciles que me ha hecho pasar. Estaba en mi mente, de una manera o de otra, una y otra vez; me hacía sentir culpable, cuando yo solamente quería arroparme bajo las sábanas, coger un buen libro y leer. Leer, leer y leer, dejando que las horas pasen; que no haya nada que pueda distraer a mis pensamientos; nada que pueda llegar a perturbarme.

Debo reconocer que, en muchas ocasiones, me ha recompensado con creces todo lo mal que me lo ha hecho pasar. Ha sabido leer entre líneas que, todo lo que hago en mi día a día está encaminado a un objetivo (tres, en concreto); en algunos momentos he necesitado su mano en mi espalda; no para darme un empujón, sino para escuchar palabras de ánimo y de felicitación. Y sí, estaba allí. Pude sentir su calor.

Luché contra ella y perdí. He querido dejarla muchas veces, que no llamase a mi puerta nunca más; que se olvidara de mi existenca, crearme una nueva, pensado que, entonces, ella no volvería a buscarme y no descubriría mi plan abocado al fracaso.

He derramado más lágrimas por ella que por todos mis amores perdidos; que por todos mis amores ganados, que por mi prometido. Me hace sentir mal cuando ni siquiera salen palabras de su boca; cuando quiero sacar jugo a la vida en una tarde de cualquier estación, con una cerveza de cualquier marca en mi mano y con una buena compañía (no cualquiera, claro).

Ha hecho que dude de mi valía, de mi valentía, de mi coraje, de mi precisión, de mi intuición y de mi energía. Pero, ¿sabéis qué? La debo tanto...

Hoy he venido a hablar de mi disciplina, la que ha hecho que tenga la vida que tengo ahora y la que hará que tenga la vida que quiero tener.

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¡Muchísimas gracias por leerme!

Como cada miércoles, en mi Instagram (vega2lucia) y en mi Facebook (Lucía Vega Vega) tenéis la foto semanal de yoga. Os invito a pasar y verla, leyendo con ella mi anterior publicación: "Ascendente y descendente".

Feliz día y LUZ, mucha LUZ,.