Hay flores que siempre acompañan a una persona. En serio. En Santa Cruz de Tenerife, ciudad que huele a coño, (Jacob lucha con el ángel) una flor camina al lado de Etan, bueno, Esteban, pero lo llamamos Etan. Es una flor amarilla. Etan siempre va diciendo que es la última flor viva que queda en Santa Cruz de Tenerife. Nosotros terminamos enfados en cualquier calle cuando afirma que es así. Le enseñamos flores en muchos sitios. Lo llevamos al reloj de flores para que se convenga. Pero Etan asegura que no, que no son flores de verdad. Que Santa Cruz de Tenerife es una ciudad sin flores, "y si me apuran, qué coño, también es una de esas muchas ciudades que no tienen vida. ¿Qué vida va a tener una ciudad que hiede a coño (Jacob lucha con el ángel) todos los días del año?
Regresa entonces a tu puto pueblo, joder.
Y le abrimos la cabeza con un botellazo bien dado. Patadas vienen.
Yo no golpeo a Etan, pero no impido que la paliza sea cojonuda.
Eso sí, me encargo de pisar la flor amarilla. Y entonces Etan llora. Está a punto de perder un ojo, o los dos, todos los dientes, no sé si alguna cosa interna que llevamos en el cuerpo, pero él llora por la flor que ya está muerta.
Te mataré, Lorenzo. Juro que te mataré, Lorenzo.
Mientras los amigos siguen golpeando, Etan repite lo mismo, llorando, clavando su mirada en mí. "Te mataré, Lorenzo".
Salgo corriendo, huyendo hacia el muelle. Miedo.
¡Te mataré, Lorenzo!
"Flores, coños, la jodida ciudad, y yo que no tengo adonde ir, y Etan que me matará si me encuentra esta noche. Pero yo no le he puesto la mano encima. Soy inocente".
Ustedes dirán que matar una flor me convierte en un asesino, seguro. ¡Gilipollas! Santa Cruz es una ciudad que huele a coño, (Jacob lucha con el ángel), lo sabemos, pero nunca se dice, así que Etan merece lo que tiene.
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