Seduceme hasta el delirio

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Son las doce de la noche, el lugar donde estoy de pronto se oscurece, una luz blanca parpadea como la torreta de una patrulla, todos guardan silencio. Ese estruendo de las voces es callada por los compases de “behind blue ayes” de Limp Bizkit, a pesar de mi renuencia de haber venido, la cara me cambio por completo, el rostro de cara larga comienza a ponerse contento.

Desde la esquina del lugar, sale una chica vestida de gabardina como de dama de alcurnia y un sombrero grande con una pluma y en su mano una boquilla larga con un cigarro, camina cual modelo al ritmo de la música mirándome fijamente a los ojos y me está intimidando, llega hasta el centro del lugar y se sienta en mi mesa, fuma un golpe a su cigarro y me lo da para que lo sostenga mientras ella se desabotona la gabardina oscura y su tacón me oprimen el pecho.

Las punta de su zapato me tocan el mentón y suben mi mirada hasta sus ojos, como dice la canción, no sé que hay detrás de sus ojos, pero me está hipnotizando, de un movimiento, abre completamente su gabardina, la desliza suave por sus brazos y esta queda tendida en la mesa junto a un par de whiskies. Se levanta y se contonea junto a mi hombro.

Debajo de esa gabardina solo tenía un conjunto de lencería, de dos piezas con medias negras de encaje y sujetadores, un cuerpo fino y bronceada y su perfume entra en mi ser infundiéndome su esencia con cada movimiento, se sienta en mis piernas y me quita su cigarro para nuevamente consumirlo.

Se levanta, camina con paso seguro y sensualidad de sus tacones altos, llega a un tubo y sube por él con maestría,  abre las piernas y parece caminar en el aire rodeándolo en las alturas, sus ojos no se despegan de los míos y en mi pantalón se desarrolla una enorme erección. Continua volando por los aires y parece trapecista girando a gran velocidad mientras sus piernas se estiran y se encogen con cada giro, mi cuerpo esta sudando y mi erección me está doliendo por el erotismo de su actuación. Su cuerpo se detiene y sus manos se quitan el sostén negro y lo suelta hacia la barra, nuevamente clava su mirada perversa e intimidante sobre mis ojos. Baja y se revuelca en el piso abriendo las piernas y presionando sus senos con las manos.

Su tanga de encaje negra se despide de su cuerpo y recorre sus piernas llegando a sus tobillos, sus piernas se doblan y con las manos se quita la prenda completa, se levanta y recorre desnuda el tubo, camina hacia mí y nuevamente se sienta en mis piernas, me abraza por el cuello dándome un beso en la mejilla, mi erección siente su cuerpo sobre el mío y despide unas gotas, ella me recorre con la mano cada detalle de mi pene, se levanta y mete su tanga en la bolsa de mi camisa, me mira y camina otra vez hacia el centro del lugar.

Nuevamente gira en el tubo completamente desnuda y su sexo puede verse desnudo y lampiño por fugaces momentos cuando la luz blanca parpadea, sus pechos son perfectos y sus pezones están erectos por sentirse observada, la canción termina y las luces se encienden, ella hace una reverencia y se despide aventando besos el aire.

Me dirige la mirada desde la entrada de donde salió y yo saco su tanga y la inhalo frente a todos, y su esencia me enerva, mis pulmones se llenan de su perfume, del olor de su sexo excitado, sus feromonas me vuelven un animal y quiero eyacular ahí mismo, aprieto la prenda con mis manos y nuevamente inhalo más fuerte que la primera vez, un trago de whiskey y mi ser se enciendo como una hoguera y mi sangre corre rápido impulsada por mi corazón que late rápido y muy fuerte.

- ¿Viene solo caballero? – La voz del mesero me sorprende y me regresa momentáneamente a la realidad y lo miro intrigado.

- La señorita quiere tomarse una copa con usted en el privado 3, dice que ella invita. Y que ahí lo espera.

Una sonrisa mía y una cara de sombro de mis acompañantes y mis pasos se dirigieron acompañados del mesero hacia el privado numero 3, al abrir la puerta, en un sillón de piel negra ella estaba sentada con una pequeña mesita y dos whiskies servidos en las rocas.

- Siéntate por favor. Mi nombre es Monserrath. – Yo con cierto nervio me siento a su lado.

- Acércate mas mi amor… no te voy a comer.

Sonreí y me pegue todo mi cuerpo caliente al suyo que también tenía cierto calor y fragancia de otro mundo.

- David Murrieta, a tus pues…

- Yo estoy a los tuyos, debo de decir que tu galanura me estremece David, ¿qué tienes en los ojos que no me dejaba concentrar en mi baile?

- Fue tu mirada la que me estremeció Monserrath, verte me dejo impresionado, y más que eso.

Se acomodo en el sillón y se desabotonaba la gabardina nuevamente, de un golpe suave, la abrió, ella seguía desnuda, con los mismos pezones erectos pero ahora con la luz suficiente para ver su sexo delicado y un tatuaje con forma de estrellas en la pelvis.

- ¿Quieres decir que te excite? Porque yo me excite con verte y te dedique el acto solo a ti, ¿qué tienes que me encanta David?

- Cuanto te agradezco, y toma. –Sacando la prenda de mi bolsa y ofreciéndosela, -Fue un honor para mí.

- Es tuya, si te la sabes ganar…

Iba a preguntar que tenía que hacer, pero sus labios ya estaban sobre los míos, su cuerpo desnudo me estaba recostando en el sillón y mis manos la tocaban desde las piernas hasta sus senos y mi erección cobro más fuerza, ella bajo el cierre de mi pantalón y metió la mano para liberar mi pene que estaba con la punta mojada ya, ella se fue acomodando para chuparlo con delicadeza mientras sus largas uñas me arañaban el prepucio.

Su boca me llenaba de placer, sus manos me llevaban al límite, y su cuerpo desnudo me tenia elevando la fiebre de mi cuerpo como si estuviera enfermo, sus manos me acariciaban y nuestras respiraciones se estaba agitando a sincronía, su pelvis depilada estaba rozando mi glande y ella estaba decidida a metérsela al fondo.

- Me encantas Monserrath, pero me gustaría llevarte a un mejor lugar, ¿aceptas?

- Pero rápido, vamos.

Me acomode la ropa, ella se puso la gabardina oscura, así, desnuda por debajo, salimos del privado a la barra, pague su salida y salimos del bar, el aire corría y por momentos con el caminar, la gabardina se levantaba un poco pero a ella no le importaba, llegamos al hotel donde ella y yo nos poseeríamos con desenfreno.

Nadie en mi vida jamás me ha hecho lo que ella, con palabras no alcanzaría a describir lo que hicimos en esa cama, solo puedo decir que fue inolvidable. Que ella fue mi mejor noche de aventura. y como ella jamas conoci en la vida. aunque vivi y vivo experiencias inigualables.

Para ti monserrath.

 


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