Olvidé cuidarme (3º capítulo)

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Recomiendo, antes de esta lectura, los dos relatos anteriores que la preceden ["Olvidé cuidarme" y "Olvíde cuidarme (2º capítulo)"]

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Mi madre solía contarme historias sobre ángeles. Me decía que eran personas que ya no estaban entre nosotros pero que, de alguna manera, su presencia nos protegía de todos los peligros. Quiero a mi madre por encima de todo lo que tengo; por encima de todas las personas que son y han sido importantes en mi vida.

Sentí cómo se levantaba a media noche y bajaba las escaleras. Siempre con la delicadeza que la caracteriza, intentando no hacer ningún ruido. Pensé en si se encontraría mal, en si debería bajar con ella. Retiré el edredón y bajé las escaleras. Siempre con mi inexistente delicadeza.

- ¿Mamá?

- ¡Sam! - dio un pequeño salto llevándose la mano a su colgante; el colgante que la protegía - Vaya susto me has dado.

Vi que sostenía su teléfono móvil entre las manos.

- ¿Pasa algo?

- No, cariño. Tenía sed y he bajado a por un vaso de agua - dio una larga calada a su cigarro. Paradeaba lentamente, como si el cansancio se hubiese instalado en sus ojos. Me senté en una de las sillas de la cocina.

- Sabes que puedes contarme todo lo que quieras.

Se acercó. Su mano acarició mi rostro.

- ¿Qué tal en el colegio?

- Bien. Estuve con Rachel dspués de las clases.

Sonrió. Mi madre era capaz de sonreir como solo algunas personas lo podían hacer; despertando sentimientos en uno mismo que habían estado dormidos durante años.

- Parece entonces que con Rachel todo va bien... No la hagas daño, cariño; es una buena chica - apagó el cigarro bajó el grifo y tiró la colilla a la basura -  Bueno, me subo a dormir. Y tú deberías hacer lo mismo; mañana tienes clase.

- Ahora subo - me acerqué y la di un beso en la mejilla - Que descanses, mamá.

 

Antes de bajar había cogido mi teléfono móvil y lo había introducido en el bolsillo del pantalón del pijama. Lo saqué. Mensaje de Rachel: "Tengo que hablar contigo. ¿Mañana a las dos, donde siempre?" En otro momento mi corazón se hubiese paralizado. Hay momentos en la vida que te dan la capacidad de verla pasar mientras estás completamente estático. Ignoré el mensaje porque mi cabeza solo pensaba en revisar el teléfono de mi madre. Lo cogí con cautela, como si alguien pudiese sorprenderme, y leí su último mensaje recibido.

 

*

- Solamente te digo que, quizá, deberíamos darnos un tiempo - el color del pelo de Rachel era difícil de definir, al igual que el de sus ojos. Era algo más baja que yo y siempre vestía con sus deportivas.

- Como tú quieras, de verdad.

- No, como yo quiera no, Sam. Esto es cosa de dos. Quiero que me digas qué piensas de todo esto.

- No pienso nada.

Estábamos sentados en uno de los bancos del recinto del colegio. Vi como un coche blanco se paraba a la puerta. Era Mark.

- Rachel, me tengo que ir. Ya hablaremos.

- Pero... ¿Dónde vas? ¡Estamos hablando, Sam! - casi no podía escuchar ya sus palabras.

Me acerqué  hasta el coche de Mark con la mochila colgando de mi hombro derecho. Sentía mi corazón en el estómago. En realidad, latía tan fuerte que lo sentía en todas las partes de mi cuerpo.

- ¿Qué coño haces aquí? - le dije sin parar de andar. Quería que nos alejásemos de allí.

- Vaya... Qué guapa tu novia.

Me giré repentinamente.

- Ni la mires. Olvídate de que existe.

Nos quedamos mirando unos segundos, palpando la tensión del ambiente. Mark había ayudado a mi madre a criarnos cuando mi padre no estaba en casa. Era de esas personas a las que las envuelve una atmósfera de misterio, de intriga, creando una gran desconfianza -  Qué está pasando con mi madre -continué andando. Mark iba unos cuantos pasos por detrás.

- No lo sé. He quedado esta tarde con ella para tomar café. ¿Por qué?

- Algo está pasando y, probablemente, tú lo sepas; como todo. Siempre estás metido en todo.

- Eh, Sam, para un momento.

Me detuve deseando que aquella conversación acabara de una vez. Y sí, ya iba a terminar.

- Tengo que hablar contigo muy seriamente. Ahora, tú también estás metido en esto.

No entedía nada.


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