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Por Adelina Gimeno Navarro
Enviado el 08/09/2016, clasificado en Intriga / suspense
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Aquella noche sería para todos y sobre todo para él un comienzo a voces de lo que era. Todo estaba perfectamente organizado, como siempre las señales luminosas avisando de que estaban saliendo en pantalla, requerían que su mirada estuviese fija en aquel piloto rojo que indicaba cual era su cámara. Comenzó dando las buenas noches a la audiencia como era habitual y de pronto pasó por su mente toda su vida hasta aquel preciso instante.
Hijo adoptivo de dos campesinos, había sido arropado por ellos en su hogar con tan sólo un año, recibiendo el testimonio de que sus verdaderos padres murieron en circunstancias trágicas, tan sólo unos días después de acogerlo aquel matrimonio. Recordaba su infancia con ternura y su adolescencia con más prohibiciones que sus amigos, él era diferente, aquello le decían sus padres, estaba de acuerdo con aquella expresión, no era como los demás y se daba cuenta, a medida que pasaban los años ocultaba las diferencias en cada situación.
Pero así y todo logró formarse en los estudios, su gran amor se cansó de esperar un momento de intimidad entre ambos y dejó marchitar sus sentimientos. Sus padres habían muerto y ahora estaba sólo con su secreto, una de las verdades que estaba cansado de esconder y que le privaba de las mieles de la vida.
Por todas aquellas mentiras que había tenido que guardar por miedo a ser rechazado por la sociedad, había decidido ser sincero con todos aquellos que habían escuchado noche tras noche, todas las verdaderas noticias que en su mesa aguardaban para ser oídas. Presentador del noticiero más visto en aquella cadena, sería aquella la noche de su revelada verdad. Parpadeo un par de veces y bebió un sorbo de agua del vaso que la azafata le suministraba, por sí en algún momento la noticia le enfoscaba la voz.
El brazo de su regidora bajaba rotundamente al tiempo que se escuchaba "en el aire" y aquel piloto rojo se entendía, era el momento de comenzar. Ninguna de sus frases correspondía al guión y bajo la mirada atónita del cámara que estaba viendo lo que ocurría a través del objetivo, el presentador levanto su mano a la altura de su mejilla y la cogió metiendo dos de sus dedos dentro de ella, con los cuales y tirando fuerte la arrancó dejando al descubierto una mandíbula no humana.
Su verdadera identidad había sido desvelada ante la mirada horrorizada de los presentes y los que estaban al otro lado de la pantalla, ahora sería libre pues quién oculta algo nunca lo es y siempre es preso de su verdad. ¿Sería ahora aceptado por todos ellos?. Puede que su sinceridad le diese la libertad pero con toda seguridad lo encarcelaría de por vida...
©Adelina GN
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