Fábula de 2 pesos

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Aún recuerdo el día que pasamos junto a ese poste de luz cuando inconcientemente miré hacia arriba donde estaba el transformador de energía y de este vi que algo caía al piso, con un movimiento ridículo que hice con mi mano y mi cuerpo amortigüe la caida de lo que era un pajarillo recién nacido. Recuerdo tambien la expresión que hiciste (esa que hacen las mujeres a veces cuando estan sumamente conmovidas) -¡aaay!, salvaste al pajarito!- dijiste llena de admiración. Con la mano extendida observaba a esa cosa de piel rosada que se retorcía en mi mano mientras hacia una especie de chillido espantoso e insoportable. -No lo salvé, de hecho soy un monstruo, este pajarito debía caer de su nido y morir instantaneamente y sin dolor al chocar contra el suelo, lo que hice fue prolongar su vida para que sufriera una terrible agonía antes de morir- dije mientras ideaba algo adecuado que hacer con el ave. 

Inmediatamente dijiste -¿y si lo ponemos otra vez en su nido o nos lo llevamos a casa?- a lo que respondí -No son muy buenas ideas linda, es un poste de 15 metros y el nido esta escondido en el transformador, es un poco peligroso poner la mano ahi dentro, tampoco podemos quedarnos con él pues seguramente morirá a la mitad del camino o mucho antes.- Estaba demasiado confundido, siendo tan ecologista y aún con mis clases de biología avanzada no estaba preparado para este tipo de situaciones. Me puse un poco triste al no saber que hacer y lo notaste en seguida al ver la cara que tenia. Pusiste tu mano sobre la mia cubriendo al pajarillo, me miraste fijamente, con los ojos tristes y humedos quitaste al ave de mi mano, con mucho cuidado lo pusiste en el suelo y lo pisaste con fuerza incluso estrujaste el pie en la acera un par de veces para asegurarte que lo habias hecho bien -creo que tenias razon, debia morir rapido y sin dolor y no podiamos hacer nada por él- lo dijiste muy sonriente... complacida diria yo.


Nos fuimos de aquel lugar como si nada hubiera pasado y el unico recuerdo que quedó del pajarillo fueron las tres huellas de sangre en el piso que dejaron tus Dr. Martens cuando nos alejamos.

Tu: ¿Vamos a las yardas por una pizza?

Yo: No, mejor vamos al bar, se me antojaron mucho unos pinchtos de pollo.


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