Estamos atados a este sistema de mierda, que nos aleja cada vez más de lo terrenal y nos vuelve miserables, analfabetos de la vida vagamos por ella sin sentido detrás de lo material, anestesiados 2.0, entregando nuestro tiempo en mirar tonterías hasta el hartazgo.
Ya no levantamos la cabeza ni para caminar, lo que aparece en minúscula pantalla es de vida o muerte. Entramos a los sitios sin saludar y sin importarnos más que uno mismo. El respeto es una palabra ha caído en picado en el mercado de valores. Y lo peor de todo es que vamos a peor, es un poder superior que nos abduce y nos vuelve desapasionados, aniquilando nuestra esencia en su beneficio.
Desde niños somos la materia prima que sirve para alimentarlo, nos etiquetan y embalan siendo carne adolescente, nos cocina a fuego lento en nuestra adultez para alimentar a su selecto grupo de alimañas, los restos deambularan sin voz por el resto de nuestros días.
Por suerte el sonido de mis manos golpeando las teclas, me despierta y salgo de este letargo al que fui cayendo poco a poco, casi sin darme cuenta. Un pibe que se quería comer el mundo peleando por los derechos de las personas, queriendo ser una voz en contra del poder, pero aquí me tienen detrás del vil dinero para llegar a fin de mes, jugando a este juego desde otra perspectiva, sin tiempo para pensar, no se puede, todo va a mil por hora y como los "ñu" no te puedes detener que te devoran los leones.
Me miro al espejo por un buen rato, no por vanidad sino en busca de alguna semejanza entre lo que veo y aquel soñador de un mundo mejor, entre las arrugas encuentro una mueca de que todavía queda algo de él, detrás de la extensa telaraña con que el sistema lo tiene atrapado.
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