Cita a ciegas

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Aunque ella llegó diez minutos antes a la cita a ciegas que habían programado, sus deseos la delataban ...

Vio entonces como Z se sentaba en un banco del parque, lugar elegido por ambos la noche anterior.

Las normas eran las normas y tenían que ser cumplidas, por lo tanto no debían tener contacto físico para practicar sexo.

Los cruces de piernas de la chica se sucedían, produciendo en el joven un aceleramiento exagerado de su pulso, mientras miraba a ambos lados comprobando si alguien los estaba viendo.

En aquel momento de la tarde nadie paseaba por allí , así que X la joven, dio rienda suelta a sus caricias pasando una y otra vez sus manos por sus pechos que se transparentaban, la excitación contribuía a que sus pezones se marcasen en la fina tela de su blusa.

Él seguía observándola , ella con una mirada profunda seguida de una forma muy sensual de morderse los labios, desataron los instintos del joven, que se levantaba para terminar con las leyes puestas al juego.

Pero en un segundo ella frenaba las intenciones del muchacho, estirando su brazo y haciéndole el alto para que se sentase de nuevo.

Aquello gusto a Z que volviéndose a sentar en el banco y mientras se tocaba le enseñaba las dimensiones que por sus deseos carnales había tomado su miembro al tener una erección.

En aquel instante la chica sentada enfrente de él abrió del todo sus piernas enseñándole su humedad, algo que intuyo Z por el movimiento  de sus dedos.

La muchacha cerro por un momento los ojos, su excitación iba subiendo de grado y su respiración jadeante iba en aumento, estaba a punto de llegar al orgasmo, cuando abrió los ojos y él ya no estaba enfrente de ella. Sin poder aguantar más fue detrás de un árbol para aliviarse.

Justo cuando la joven daba por terminado su cometido y se disponía a levantarse, un joven que mordiéndose los labios sensualmente se sentaba en aquel mismo banco, acariciándose y clavando su mirada en la joven.

Moraleja ....

Por muchos deseos sexuales que tengas, no llegues nunca antes de la hora prevista a una cita a ciegas y si lo haces cerciórate que Z, es él, pues si no lo haces alguien puede quedarse a dos velas.

 

© Adelina GN

 


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