Denunciar relato
Su piel ya arrugada por los años, aceptaba sin miedo el dolor, iba a recibir cientos de pinchazos, con ellos esconderían su pasado, tatuando en ella una rosa sin espinas, dolería sí, pero no mas que aquella marca que sin elección, en el campo de concentración le grabaron a fuego.
©Adelina GN
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