Lo siento, pero no empecé contigo.

No empecé  este camino contigo. Quizá nos hubiésemos cruzado alguna vez por las calles, por los bares. Puede que me haya tomado alguna cerveza a tu lado y nosotros ni siquiera sabíamos que mi pie llevaría dibujado, de por vida, tu línea de lunares que ha nacido en tu brazo para poder abrazarme cada noche. 

No empecé este camino contigo, pero he vivido algunos pasos importantes que has dado en él. Pasos importantes, como absolutamente todo lo que haces en tu vida. No he visto a persona más trabajadora y constante que tú, mi amor. Me enorgullece estar a tu lado, estar con alguien así. Me llenas de energía para seguir, para poder seguir tu ritmo y que te sientas igual que me siento yo cuando digo que eres mi novio, mi prometido, mi futuro marido. El padre de mis hijos y el compañero que llevaré de la mano toda mi vida.

Has terminado, una vez más, uno de tus proyectos. Un propósito que, aunque no sepa cómo comenzó, sé cómo ha terminado. Pero en este punto quiero decirte que estas palabras no son fruto del resultado que has obtenido; son fruto del camino que has recorrido. Y las volvería a repetir, este mismo día, en esta misma situación, las volvería a escribir una y otra vez si aún quedasen algunos pasos por andar; lo andaría contigo, a tu lado.

Eres inspiración para mí. Dejando a un lado todos los sentimientos que están conmigo y que sabes bien, aprendo contigo, mi amor. Aprendo y crezco como persona. Lo sé porque, si no fuese así, mi proyecto de vida no sería a tu lado, te lo puedo asegurar.

No lo empecé contigo, soy consciente de ello. Pero sí hemos empezado un proyecto de vida juntos, y uno de los cimientos que tiene es este nuevo logro para ti. Me dan ganas de no darte la enhorabuena; me dan ganas de gritármelo a mí misma por hacer lo que hiciese para llegar hasta aquí contigo. 

Gracias por hacerme brillar con tu luz. Porque tienes luz. Y mucha.

Te quiero y te querré. Y felicidades. Lo has vuelto a conseguir.