El día "D"

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Sirvan estas letras de presentación para l@s presentes. Un saludo a todo@s y ya nos iremos "viendo"

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Hoy no he ido a currar porque no me ha dado la gana. Se terminó. Son las 10 y estoy en la cocina poniéndome morao de galletas. Justo de las que engordan. Me ha llamado Carmen. Que si tengo el informe. Que no lo tengo. Que si se puede saber dónde me meto. En casa. ¿En casa? Le he preguntado si quería que se lo repitiera en alguna lengua oriental. Me ha mandado a la mierda y ha colgado. He seguido comiendo galletas. Al poco, el teléfono otra vez. Es el jefe. Que si me encuentro bien. Perfectamente. Silencio del otro lado. Que tengo algo urgente por hacer. Que lo haga mi suplente. Que soy yo el que cobra a fin de mes, no mi suplente. Silencio de este lado, no estoy para debates. Del otro, un largo suspiro y al final un clic no sé si indignado o indiferente.

Hoy no me ducho, no me afeito, no me lavo los dientes, ni me cambio la ropa interior. Ni los calcetines. Me visto con lo que tengo más a mano y me echo la gabardina por encima. Hoy no cierro la puerta.

Ayer tenía un coche. Lo dejé donde no debía porque no me importaba lo más mínimo. Así que es lógico que se lo estén llevando. Todo será más rápido aún de lo que había supuesto. Este coche es mío. Tenemos que llevárnoslo. Le empujo violentamente, por chulo. Curiosa la cara de sorpresa que se le ha puesto cuando se ha visto en el suelo. Me ha dado la risa porque se le ha quedado la gorra colgando de la nariz. Ha echado mano de la porra mientras se levanta. El de la grúa va de sherif también y es mucho más grande. Apenas se me acerca le sacudo una patada en toda la espinilla. Esto por meterte donde no te llaman y por las horas extras que me chulean cada mes. El munipa sigue con el sombrero descolocado, como un payasete. Parece estárselo pensando. No me parece que tenga narices para darme. Se le ha puesto cara de tonto y no para de hablar por el walkie.

- ¿Qué estás haciendo, desgraciao?


Es ella, en la ventana, con las manos en la cara y la mirada incrédula. Siempre me ha perdido la belleza. Y ella es tan bella... El gigantón me ha atizado por detrás y la autoridad, viéndose arropada, no ha dudado en aplicar el protocolo. El suelo está frio y tengo las manos a la espalda, sujetas por un hierro frío e invencible. En el coche me caen un par de leches más, de propina. Este tipo conduce fatal.

Enjaulado. No hay calefacción. Apenas un catre incómodo, un servicio inmundo y un par de tipos roncando, perfectamente adaptados al ambiente. Llevo mucho esperando. Me dormiré y que le den a todo. No me dejan. Me han puesto en una silla, frente a una tía grande, muy fuerte, con cara bondadosa pero gesto de estar de vuelta de todo. Que cuál es mi problema.


- Pues verá... El catre es muy incómodo. Por lo demás estaré perfectamente.


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