Expreso entre el rocío
que la misión es valorar
cuanto nos vino regalado.
Cometemos a veces
el despropósito no intencionado
de no darnos cuenta
de la suerte que albergamos
en las noches y los días
que nos han sido ofertados
porque sí, sin más razones que a otros.
La humedad de esta mañana
que nos mantiene vivos
ha de ser apoyada por la observación
de que es una verdad fecunda
aquella que experimentamos
en un sencillo paseo
por la ribera de un mar
que se mira en aves pacíficas
y en montañas de fe,
que en este caso no se mueven
porque quieren proporcionarnos felicidad.
El sabor de estar en mitad
de todo, de lo absoluto,
cuando no se puede pedir más,
es una coyuntura impagable
que hemos de palpar
rozando ese agua que es vida,
y que aquí, ahora, es mucho más.
Juan Tomás Frutos.
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