Delirium Post Mortem

Mi hogar se convirtió en un santuario tras mi muerte. Una noche lo profanaron para robar mi mejor pluma.
Liberé parte de mis terribles pesadillas contra aquellos infelices.

Le pedí a Dios que se apiadara de sus pobres almas.

El primero sufrió una combustión espontánea al observar una macabra imagen en la pared. Era un gato negro ahorcado que le seguía con la mirada.

Otro se quedó inmóvil cuando escuchó el latido de mi corazón; resonó con tanta fuerza en su cabeza que no pudo soportarlo. Sacó una navaja y se rebanó el cuello.

Alguien bajó al sótano. Se abrió una grieta y se precipitó al subsuelo. La tierra volvió a cerrarse enterrándolo vivo.

Dos más ridiculizaron una de mis obras simulando un baile de máscaras. Tuvieron un final insoportable. De sus rostros brotó una densa sangre caliente, y sus cuerpos se retorcieron de dolor experimentando el horror de la muerte roja.

Vuelvo a mi eterna soledad. Deseo que se derrumben estos maléficos muros, y que la caída de mi casa purgue mis póstumos actos. El repiqueteo del cuervo en mi ventana seguirá acompañándome hasta el final. Cuando todo se destruya, ya no volverán a aparecer mis delirios… nunca más.