Su profunda mirada producía un terrible pánico en la mente de quienes la observaban. Fuertes temblores y convulsiones acababan provocándoles una insoportable muerte por terror extremo.
Los cadáveres yacían esparcidos por el bosque, con la boca abierta y los ojos desorbitados.
También mis padres fallecieron por su culpa. Aún así seguí amándola.
Su arrepentimiento derivó en el gesto más generoso que pude imaginar. Decidió curar mi minusvalía.
Fue una operación clandestina. Reprimió el instinto de su fatal mirada haciendo posible el trasplante. Le sacaron los ojos y los ajustaron a mis cuencas vacías.
Cogimos cuchillos para protegernos por si aquel macabro poder no funcionaba conmigo.Tras recuperar la vista, quise utilizarla para acabar con quien se interpusiera en nuestro camino.
Pero una masa de gente armada corrió hacia nosotros evitando mirarme a los ojos. Eran supervivientes buscando venganza. Ya estaban cerca.
La agarré del brazo para escondernos detrás de unos arbustos. No se dejó. Sentí un frío metal atravesándome el estómago. La vi sonreír mientras seguía empujando el cuchillo.
De mis dilatadas pupilas surgió un enorme río de sangre hirviendo que alcanzó aquellos cuerpos abrasándolos en vida.
Esperó a escuchar el fúnebre silencio para apuñalar su vacío y negro corazón.
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