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Enviado el , clasificado en Intriga / suspense
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Se llamaba Úrsula. Un nombre poco corriente, claro, que ella no era el prototipo de una mujer de nuestro tiempo.

Era una de las mujeres más queridas de su pueblo, por ser una madre y profesional abnegada. Sólo vivía del trabajo a su casa, casi siempre llevaba puesta la misma ropa y pocas veces se concedía el capricho de salir para divertirse sin sus hijos. Trabajaba en la ciudad capital cercana en un hospital como enfermera. No era una compañera conflictiva, era eficiente en su puesto, pero otras enfermeras cotilleaban sobre el trato tan frío y tan robótico hacia sus pacientes.

Algunas personas achacaban su carácter seco a la causa de haber quedado viuda muy joven. Una lástima,¡ porque su marido era muy apañado! Eso sí, el pobre difunto era veinte años más viejo que ella, así que el final de su historia de amor se vio venir.. Falleció de un infarto.

A pesar de la desgracia, él había sido un hombre de alta posición y le había dejado muchos bienes patrimoniales, pero no demasiado dinero. Por eso tuvo que seguir ejerciendo de enfermera para cuidar y mantener la familia.

Al pasar unos pocos años, y a fuerza de ser insistente, un antiguo pretendiente que por fin se había sacado la plaza de guardia civil, consiguió conquistarla y se casaron en tiempo récord.

Pero Úrsula seguía pareciendo infeliz, no cambió sus costumbres ni mejoró su humor ni el arisco trato con los demás. Tuvo otro hijo y parecía, que se volcaba más en él que en los demás. Las chismosas del pueblo decían que el nuevo marido se había arrepentido de haberse casado. Pasaba todo el tiempo que podía en el cuartel o en los bares del pueblo.

Un día, el desafortunado y gris esposo cayó enfermo, pero tuvo la suerte de ingresar en el hospital en el que trabajaba su mujer. Úrsula se dedicaba en cuerpo y alma a cuidarle y proporcionarle la medicación indicada.

Procuraba atenderlo ella sola, sin sus compañeras y cuando los otros pacientes de la habitación estaban dormidos.

El infortunio se instaló otra vez y la muerte se llevó a su esposo de un ictus cerebral, la enfermedad que está tristemente de moda.

 

 

Los vecinos del pueblo se volcaron con ella, ¡cómo era posible tener tanta mala suerte! ¡pobre mujer! Ciertamente no era muy sociable y simpática, pero tampoco era merecedora de tanta desdicha.

Lo que no adivinaban los habitantes de este pueblo ni sus compañeros de profesión. es que Úrsula era una Viuda Negra. No amó nunca a sus maridos y en realidad, era una madre desnaturalizada. Sólo le excitaba y le emocionaba obscenamente El Dinero y la idea de acumularlo como un tesoro de ávara despiadada.

Había hecho firmar a sus dos desgraciados maridos un seguro de vida antes de sus matrimonios. La primera jugada le salió casi redonda, heredó muchas tierras y casas pero no demasiado dinero en efectivo.

¡Ay! Pero este segundo asesinato no fue bien calculado. Provocó minuciosamente y con gran profesionalidad la muerte de el guardia civil con varias inyecciones de aire que le reventaron el cerebro.

La respuesta de la aseguradora fue un mazazo para ella. Parece ser que Úrsula no había leído como debía el contrato... Una de las causas de muerte que no cumplía los requisitos de cobro era La Embolia Gaseosa.


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