SIEMPRE CON ELLA

Todas las noches, desde aquel 13 de Febrero, había estado observándola dormir, despertar, caminar, sonreír, llorar, crecer… Ella no sabía que lo hacía, ni si quiera era consciente de mi presencia.

A veces, se detenía inquieta y miraba detrás suya, pero no me veía, era completamente invisible para ella.

Mi felicidad se basaba en almacenar los bellos momentos que ella iba recolectando, sus metas y objetivos conseguidos, sus sueños por cumplir, todo ello, hacía que yo fuera feliz, allí donde nadie tiene un futuro, donde nos quedamos estancados para siempre en un pasado sin retorno.

De nuevo, como cada noche, me sentaba en la esquina de la cama y la observaba descansar, como su pecho subía y bajaba lentamente, como sus parpados se meneaban rápidamente dando a entender que se encontraba soñando, seguramente, cosas hermosas.

Sin embargo, algo me partía el corazón.

Ella no sabía que yo estaba con ella, que caminaría a su lado para siempre, que la protegería de cualquier mal, que la cuidaría, que besaba su frente cada mañana al despertar, como solía hacer cuando aún estaba con ella.

Pero ahora, solo podía disfrutar desde las sombras y el silencio, donde su mirada era la luz, y su sonrisa mi energía.

Prometí amarla para siempre, y por eso, para siempre seré suyo.