Siempre me sedujo, él era belleza, poder, riqueza, pasión, alegría, diversión, sin embargo la felicidad, el amor, la nobleza, le eran esquivos. Al principio, yo no tenía la edad suficiente, con los años me fui acercando a él.
Me esforcé mucho por tenerlo, hice cosas de las que no me enorgullezco. Mentí, lo oculté, hasta traicioné por él.
No le importó, iba y venía de mi vida cuando y como quería. Yo culpaba al destino, a las circunstancias, a los demás... Pero en realidad esa es su naturaleza.
Cuando enfermé colaboró un poco, pero no me ayudó. Los que sí estuvieron conmigo fueron mis afectos, mis amigos, la familia, mi esposa, mis hijos. El mayor no, cuando era muy pequeño se enteró de él y eso lo alejó gradualmente de mí, hasta olvidarme.
Hoy todos vienen a despedirme. De ellos me llevo lo único que cabe en mi valija: el amor y los recuerdos. Él no vino, seguramente está en manos de otro. Ya se sabe cómo es el dinero...
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