Génesis. Capítulo 2: "El primer recuerdo"

El viento soplaba con violencia, haciendo que el barco fuera sacudido con brusquedad. Éste se hallaba en penumbras, dificultandole la huída a sus visitantes. 

- ¡Génesis!

Gritó un hombre. Éste se sujetaba de cualquier objeto que estaba a su alcance, aunque habían veces en que el barco se inclinaba tanto que se terminaba estrellándose con alguna mesa o pared. Gran cantidad de agua había entrado en el barco, espantado a las personas. Se trataba del crucero "El divino", un lujoso barco que incandilaba a cualquiera con su ostentuosidad. Pero, su valor era inservible para los sobrevivientes. Ni sus joyas, ni sus importantes influencias podían salvarlos. Estaban a la deriva del destino y de la naturaleza, que al parecer, estaba furiosa con ellos. 

El hombre soltó un gemido de dolor al sentir que un objeto puntiagudo se incrustaba en su abdomen. El barco se giró violentamente hacia un costado, haciendo que el herido cayera sobre el objeto que lo hacía ver estrellas por tanto dolor. La mayoría de las personas que estaban a bordo habían muerto aplastados por objetos o ahogados. Una parte de los sobrevivientes se habían lanzado al mar sediento de sangre y los restantes luchaban por su vida en el barco, entre ellos se hallaban la pequeña Génesis y su padre. Quien al lograr mantener el equilibrio, quitó el objeto introducido en su cuerpo con movimientos bruscos y ansiosos. 

- ¡Pap ..!

La voz chillona de la niña se había desvanecido al ahogarse.

El hombre, con sus ojos escrutando la oscuridad, comenzó a dar pasos a ciegas, llamando a los gritos a su hija. Finalmente pudo dar con ella, pero justo el barco se quejó horrorosamente, y sus maderas rechinaron. Todo lo que se encontraba dentro de él dio un giro de 180 grados. Génesis apenas pudo dar una bocanada cuando el barco se inundó. El agua estaba engulleciendo a todo aquel que se hallaba pataleando lejos de la muerte. La niña se sostuvo de un objeto grueso. Su estómago se llenó de mariposas al dejar de tocar el suelo: "El divino" había quedado en vertical, comenzando a hundirse lentamente en las profundidades del mar. En eso, una enorme ola estalló contra un costado del crucero, enviandolo con suma agresividad contra lo que parecía ser una montaña. Fue entonces que Génesis lo vio... Su padre se deslizaba desenfrenadamente hacia las profundidades. La niña lo observó con terror, y su padre a ella, de igual manera. Él trataba en vano sostenerse de algo. 

"¡Sueltate!" Le reprimió la mente a la niña. Pero ella no lo hizo, sino que se aferró aún más a su soporte. 

Su progenitor y ella se estaban comunicando con las miradas. Él le decía que iba a estar bien, y ella le pedía perdón por haber sido egoísta y cobarde... No quiso ver más. Cerró sus ojos con fuerza. Cuando sintió que las olas dejaban de oírse y que su mano dejaba de sostenerse del objeto, volvió a abrir sus ojos, para encontrarse recostada en una camilla simple, en una habitación desconocida. 

Una capa de sudor cubría su frente y su respiración era agitada.

- Calmate.

Dijo una voz gruesa. 

Génesis se giró en su dirección, encontrándose con un sujeto que no pasaba los treinta años, sentado en una silla desplegable, a un lado de la cama. 

- No te preocupes, no te haré daño. Aunque creo que tú eres la dañina aquí.

Comentó Lían con una sonrisa irónica.

- Te preguntarás dónde te encuentras...

Estiró sus piernas a la vez que suspiraba.

- Estás en un... En una "casa-hospital"

Lían no sabía cómo decirle a esa criatura que se hallaba en un loquero. Él no podía creer que aquella niña fue la causante de las muertes de sus familiares. 

-... ¿Qué?

Se escuchó a ella misma hablar.

El muchacho se masajeó las sienes.

- Verás....