¿Me quieres?

Dime, ¿me quieres?

He hecho esa pregunta tantas veces, a veces gritada y a veces a carcajadas, otras con una pequeña sonrisa en los labios y otras entre sollozos. La he preguntado tantas veces que he perdido la cuenta. Nunca estuve contenta con la respuesta hasta el día que comprendí que no solo quería que me quisieran sino que yo también ansiaba querer a alguien para entender la magia de ser amada y amar a la vez. Lo que a veces es una completa locura.

No sé cuántas veces te he visto hacerte el fuerte cuando lo único que querías era derrumbarte y llorar. Y todas esas veces en las que te has puesto la armadura y has alzado los puños en posición de defensa mientras la vida te goleaba con fuerza.

Cada vez que cierro los ojos pienso en todas esas veces en las que he jurado que pelearía sola contra todos tus demonios, en la oscuridad, aunque la odio y me muero de miedo en ella, lo haría para apartar cualquier cosa que pudiera hacerte daño, y cada vez que lo recuerdo pienso en cómo mientras por un lado anhelaba salvarte, por otro lado deseaba fervientemente que nunca me lo pidieras. Porque ¿no es eso de lo que se trata la confianza? ¿De qué me dejes salvarte pero sin irte de mi lado? ¿No es decir, te quiero mucho más que ayer, pero nunca te he querido como te quise ayer?

¿Te sientes más seguro cuando estoy contigo? ¿Algún día me dejarás saberlo?

Dime, ¿me quieres? ¿Puedes hacerlo? ¿Sabes cómo?

No te preocupes, esperaré.