Mi primera historia gay... en un teatro porno.

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Yo trabajaba en la empresa de mi papa todas las vacaciones del colegio. Siempre me ponían de mensajero en la parte central de la ciudad, que era donde mi Papá tenía las oficinas de su empresa. Yo hacia las diligencias de mi padre y luego deambulaba por el centro perdiendo el tiempo. Toda la vida he sido de gran talla y para mi edad (rondaba más o menos los 18 años) mi estatura y complexión hacía pensar que ya era mayor de 21.

Cierto día después de hacer una entrega, encontré en mi camino un cine porno (de esos que ya se acabaron), el cual me causo mucha curiosidad; pase un buen rato mirando los carteles de las películas que reproducirían próximamente, los cuales se encontraban en el muro exterior de la sala, con las modelos completamente abiertas de piernas o mostrando las nalgas en una pose sensual (bueno, si ese apelativo cabe para describir la escena).Yo me encontraba en uniforme de colegio, específicamente en sudadera y en un arranque de valentía entré al cine porno.

Lo primero que noté era lo oscuro, pero la gente no se sentaba tan pronto entraba, sino que se quedaba parada en la parte de atrás, mientras la visión se acoplaba a la oscuridad y te permitía desenvolverte en la sala.  Me senté a ver la película en la parte más o menos de adelante del teatro y de un momento a otro, sin preguntar, alguien se me sentó a mi lado y me empezó a entablar conversación respecto de la película. Hablábamos de las escenas que estaban ocurriendo, de las tetas de la actriz, de si esto o aquello me excitaba.

De un momento a otro su mano estaba en su propia verga, masajeándosela, parándosela y yo aunque trataba de no hacerlo no pude evitar mirar. Paso a seguir su otra mano estaba en mi rodilla, empezó a subir la mano sobre mi pierna... despacio... mientras hablaba de la película y se seguía parando su verga. En ese momento me invadió el susto, realmente no sabía que estaba pasando pero ya no podía ver la película... había una verga al lado mío, parada, erecta, real… yo nunca había visto otra verga en vivo y menos parada… entonces con mucha curiosidad empecé a mirarla, aún más que la película

El hábilmente fue moviendo su mano hacia arriba de mi pierna, hasta mi pene y suavemente empezó a acariciarlo sobre el pantalón... nunca hasta ese momento me habían tocado y como no… se me empezó a parar. No sabía que hacer, pero no quería que parara, por puro susto empecé a mirar nuevamente hacia la pantalla, momento en el que el aprovecho para preguntar: ¿te molesta si meto la mano entre el pantalón y tu pantaloneta? Yo asentí moviendo la cabeza lentamente. Deslizo su mano corriendo el elástico del pantalón, metió su mano fría y continuó acariciando mi miembro. Ya la película no importaba, la acción estaba en mi silla. Comencé a moverme en la silla, estaba muy excitado y era ciertamente notorio.

Fue entonces cuando me propuso ir a su casa. Salimos del teatro y tomamos un taxi. El vivía en un tercer piso con unas escaleras en caracol que llevaban a una puerta metálica de marco blanco, era un ático bastante romántico. Él trabajaba enmarcando cuadros de artistas gays, todo era arte gay... penetraciones, felaciones, vergas paradas, rostros masculinos de placer. Me sentó en un sofá y me empezó a mostrar una revista, yo no sabía que sentir realmente.

El tocarme, el excitarme de esa manera era nuevo para mí. En algún momento sentí la necesidad de pararme y al darme la vuelta, mi verga parada quedo enfrente de su cara, a lo cual me pregunto, que tanto me importaba si me lo mamaba, a lo cual no accedí, pero tampoco dije que no. Sobre el pantalón empezó a besármelo, luego procedió a deslizar mi pantalón de la sudadera hacia abajo, luego mis shorts y finalmente mis boxers; Mi verga quedo desnuda y erecta. La tomo con su mano, despacio retiro toda la piel y puso la punta de mi verga en su lengua, luego fue introduciendo todo mi pene en su boca… esto ya no tenía reversa, estaba ahí teniendo sexo.

Instintivamente tome su cabeza y la empecé a apretar contra mi vientre y a meter toda mi verga en su boca, haciendo movimientos cíclicos, rítmicos. Empecé a sentir como mi excitación crecía a cada momento, como mi sangre iba a mi verga y como me iba a venir. El me agarraba por las nalgas y ayudaba a empujar su cabeza. De un momento a otro no pude más y me vine dentro de su boca, el me apretó las nalgas, pero nunca se retiró.

Ya entrando un poco en mis cabales y sin entender del todo que había sucedido cabalidad, lo aparté de mí, subí mis pantalones, recogí mi morral y corrí hacia la puerta para cerrarla atrás mío y nunca volver por ahí.  


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