Desde dentro

Nos dieron por muertos en aquella extrema excavación al núcleo de la tierra. Nuestros cuerpos se calcinaron, pero la muerte no nos alcanzó.

Una repentina explosión formó un agujero paralelo que nos condujo hasta una deforme roca púrpura iluminada. Al acercarnos a ella obtuvimos un increíble y desconcertante poder provocado por aquella extraña luz. Crecimos hasta los tres metros y de nuestras extremidades surgieron garras que nos permitieron abrirnos paso hasta la superficie.

Perforando la tierra divisamos cientos de tumbas. En solo unos minutos, todos aquellos cadáveres adquirieron nuestra imagen.
Los transformamos en enormes seres de piel humana y metal candente. Escuchamos gritos provenientes de las casas que se hallaban junto a ese cementerio.

Les perseguimos, rasgamos su piel y les arrancamos los órganos hasta poder convertirlos. Ellos tan solo serían los primeros de toda la humanidad.

Sonreímos al cielo pensando en la gran odisea que acabábamos de culminar, y éste quedó cubierto por una gigantesca y aterradora sombra negra.
Fue entonces cuando la voz que manipuló nuestra mente al vislumbrar aquella roca repitió en alto su premonición.

«Dirigiremos el último fragmento de nuestro planeta hasta el corazón de la tierra, y vosotros poblaréis nuestra especie... desde dentro».