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Cómodamente,
tu hondo recuerdo se instala en mis horas,
ese hermoso sonido que mi mente acecha
en soledades predispuestas.
Toco tu voz,
con la alegría de mi oído;
me abalanzo por tus ojos
que ya no me miran—como pájaro
triste que perdió su nido.
Tomo tu mano,
mientras me hiere tu ausencia;
acariciando tus cabellos que son como espigas de trigo
de las cuales me alimento.
—Y me cuelgan pensativas muecas del rostro;
y mi cuerpo abraza tu cuerpo cálido de ausencias.
Cómodamente,
tu hondo recuerdo se instala en mis horas....
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