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Fue dotada por la naturaleza con el don más envidiable; el de gestar vida. Consigue con el fruto de su ser un vínculo absolutamente desconocido para un padre. Desde la concepción, llevará la carga más pesada y el premio más grande en el arte de ser padres. Su propio cuerpo será el alimento de su cría.
Pero… Más admirable será cuando decida criar a ese retoño, fruto de su vientre o no. Cuando entregue sus horas, sus días, sus años, a cambio de la felicidad y el bienestar de aquellas personas, que sin importar la edad que tengan, seguirán siendo sus hijos.
Como hijo y padre, agradezco hoy a todas las madres por ser eso: Madres.
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