CÍRCULO DE TIZA
Por Onofre Castells
Enviado el 19/10/2016, clasificado en Infantiles / Juveniles
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Sonia está en el parque. Lleva un buen rato observando a esa niña que debe tener más o menos su edad, unos nueve años, sin entender muy bien lo que hace aquélla. La curiosidad que siente es tan fuerte que decide preguntarle:
-¿A qué estás jugando?
-No estoy jugando a nada -responde maquinalmente la niña-. Lo que pasa es que estoy atrapada en el centro de este círculo de tiza -la prisionera hace una pausa y señala con el dedo índice el círculo de tiza que hay pintado en el suelo en derredor suyo- y no puedo salir.
-¿En serio?
-Sí, totalmente en serio.
-Vaya... pues parece grave la cosa -advierte Sonia, observando con detenimiento aquel círculo de tiza.
-Dímelo a mí. ¿Cómo te llamas?
-Sofía.¿Y tú?
-Sonia.
-Es curioso -medita en voz alta Sofía.
-¿El qué?
-Nuestros nombres son casi idénticos. ¿Te has fijado?
-¿Y qué me importa eso? -comienza Sonia con tono desafiante- A mí lo que me importa es poder salir de este círculo de tiza.
-Te entiendo -responde Sofía con mucha cautela.
Ahora ambas niñas recorren con la mirada el círculo de tiza. Están muy pensativas. Sofía silba una melodía y Sonia la acompaña tarareando.
-¡Tengo una idea! -anuncia Sofía.
-¿Ah, sí? -pregunta Sonia expectante.
Sofía sin decir nada, franquea el círculo en el que está metida la otra y empieza a empujarla con todas sus fuerzas. Pero inmediatamente se da cuenta que Sonia no se mueve ni un ápice de su sitio: el centro del círculo de tiza. Al cabo Sofía, con el rostro congestionado por el esfuerzo, desiste de su intento.
-Me parece que tu idea no ha funcionado -apunta Sonia con cierto tono irónico.
-Ha sido un fracaso -concede Sofía con aire de derrota.
Las dos niñas vuelven a escrutar el círculo de tiza sin saber muy bien qué hacer.
-¿Con quién has venido al parque? -pregunta Sofía.
-Con mi madre. Es aquella mujer que está sentada en el banco, junto a la fuente, ¿la ves?
Sofía mueve la cabeza siguiendo la dirección marcada por Sonia con el dedo.
¡Ah, sí! Ya la veo. Oye, ¿y por qué no le pides que te ayude a salir del círculo?
-Ya se lo he pedido antes, pero me ha dicho que los juegos de niños son para que jueguen los niños y no los adultos.
-Pero tú le has dicho que esto no es un juego, ¿no?
-Sí, pero no me ha hecho caso -dice Sonia, hundiendo la cabeza entre los hombros-. ¿Y tú con quién has venido?
-Con mi hermano y su novia -Sofía se vuelve y marca con la mano el punto hacia el cual la otra niña tiene que dirigir la vista-. Es aquella pareja que está sentada en el césped, bajo aquel árbol.
-Sí, los veo -confirma Sonia.
-Voy a pedirles ayuda.
-Vale.
Sofía se aleja de Sonia y del círculo de tiza. Aquélla habla con su hermano y su novia y ésta observa la escena muda de la conversación. Al poco, Sofía vuelve, cabizbaja y arrastrando los pies, con Sonia.
-Dicen que “pasan” -informa Sofía.
-Era de esperar. Son adultos -asevera Sonia con aplomo.
-Pero algo se habrá de hacer.
-¿Hacer qué? -pregunta Sonia.
-He oído decir que muchos problemas tienen una solución sencilla.
-¿Sencilla? ¿Es lo mismo que decir fácil?
-Seguramente.
-¿Y si no hay una solución sencilla para este problema?
-Supongo que luego se habrá de buscar una solución compleja.
-¿Compleja? ¿Es lo mismo que decir difícil?
-Probablemente.
Las dos niñas meditan en silencio. Su obstinación es necesaria dada las circunstancias.
-Tal vez... -murmura Sofía.
-Tal vez, ¿qué? -indaga Sonia.
-Tal vez deberíamos probar con algo muy sencillo.
-¿Algo muy sencillo cómo qué?
Sofía, inspirada con la idea de la sencillez, examina el círculo de tiza y, ante la mirada expectante de Sonia, comienza a borrar con el pie una parte del círculo. Una vez que ha eliminado del suelo una porción de línea de tiza, dice a la niña prisionera:
-¿Lo ves? Aquí tienes una salida.
-Sí, ¡es genial! -responde Sonia con un gesto evidente de felicidad.
La prisionera sale de su cautiverio y abraza a su nueva amiga. Ambas se felicitan.
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