La Cita Olvidada.

Tocan a la puerta, Nicomedes, que se encuentra ya en cama; se levanta indignado por la hora. Son la 12:15 de la medianoche.

-¡¿Quién carajos será a estas horas?!

Sin apuro, baja los escalones de aquella vieja casa. En ese instante se vuelven a oír golpes en la puerta, pero esta vez, los toques son mas fuertes, repetitivos, casi que desesperados.

-¡¿Quien coño es?! mis huesos están frágiles y no puedo apurar el paso.

Los golpes no cesan. Nicomedes al fin llega a la entrada principal, abre la puerta. Nada, no hay nadie en la entrada. Solo una brisa helada que entumece su anciana humanidad.

-¡Demonios!- Alcanza a decir cruzando los brazo para abrigarse, sin embargo no parece estar sorprendido de la ausencia.

-¡Maldición! Ya casi lo había olvidado, hace tanto tiempo de la última vez.

Cierra la puerta. Tras ella, una sombra se ha posado en el sillón del salón. Nicomedes se dirige hasta él. Extrañamente no tiene miedo; al contrario toma asiento, se encuentra tranquilo, su cara se ha tornado serena como quien está en paz consigo mismo.

La sombra, que ya ha tomado la apariencia de un hombre alto pero con el rostro imperceptible a la vista del anciano. Con voz ronca de ultratumba le dice:

-¡Nicomedes, cuanto tiempo!

-Sospecho que no me esperadas, lo que quieres decir mi viejo amigo que olvidaste nuestra cita.

-No la he olvidado, solo que mi memoria en ocasiones me falla. Entonces ¿qué esperas? hasta te has puesto comodo en mi sillón. Ya no le des largas a este encuentro -refiere el anciano queriendo que ya termine todo.

Aquella sombra y Nicomedes se dirigen a un pasillo claroscuro, por donde desperecen sin dejar rastro. Al amanecer la señora de servicio que ya le ha preparado el desayuno, se dirige a la habitación encontrando a Nicomedes más frío que un tempano de hielo en la cama con una expresión de serenidad que jamás le había visto en vida...