Solo aquello la hacia sentir, afloraban a su corazón sentimientos que otorgaban a su alma una paz sosegada.
Premiándose de ellas creaba obras tiernas que le regalaban sensaciones inteligentes, que aprovechaba junto aquel paisaje sereno.
Su frescura la transportaban a una juventud en la que careció de aquella vetada amalgama de beneficiosos, momentos que ahora la convertían en la dueña de sí mismas.
Sin compañía ninguna gozando de una soledad que solamente los que nos acompañamos de ellas entendemos una ausencia de cualquier otra presencia que únicamente nuestra inspiración reconoce tener cerca.
Así y de ninguna otra forma esbozaba una sonrisa cuando al mirar el cielo azulado de aquel lugar que embelesaba su conciencia, les rendía tributo solo a ellas, a las únicas reinas que en aquel instante le ofrecían a ella una corte real de pleitesía y compañía.
Ellas serían siempre, sus sumisas letras.
Adelina GN
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