LA MUÑECA Y LA NIEVE VERDE (1ª parte)
Por Txus Iglesias
Enviado el 13/11/2016, clasificado en Infantiles / Juveniles
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*Cuento para niños pequeños y también niños grandes ;-) .
LA MUÑECA Y LA NIEVE VERDE (1ª parte)
En el país llamado Muxulambra vivía una bonita muñeca de porcelana llamada Betsy, junto con su familia y sus amigos.
En aquellas tierras también vivían unos alienígenas, llamados Los Ruj, que se parecían a los periquitos pero no tenían pico sino boca.
Aquellos extranjeros “ruj” habían llegado desde las estrellas pero en Muxulambra no molestaban a nadie: eran amigos de todas las muñecas y muñecos que allí vivían.
En Muxulambra siempre nevaba mucho y un día Betsy y su amigo, un ruj llamado Ñil, fabricaban un muñeco de nieve al que pusieron dos pequeñas pelotas redonditas que hacían de ojos, una bufanda del equipo del Barcelona Futbol Club, un sombrero de bufón y como nariz: una manzana. Cuando acabaron de hacerlo, al monigote le pusieron de nombre “Charly”.
-Charly, se parece a ti ¡jajajaaja! –le dijo Ñil, el extraterrestre, a Betsy.
-No, no es verdad- se enfadó Betsy, la pequeña muñeca.
No se parecían en nada porque “Charly” parecía un payasito simpático y Betsy llevaba un vestido claro y muy limpio pero Ñil le estaba gastando una broma a su amiga.
La muñeca, le dio una patada al pobre “Charly”, se dio media vuelta y se fue para casa.
-Pero no te enfades, Betsy, que no lo dije en serio! ¡Perdóname! – le gritaba Ñil mientras seguía riendo.
Pero ella se metió en casa rabiosa y dio un portazo. Luego, al cabo de media hora se le pasó el enfado y llamó al teléfono móvil del pequeño ruj.
-Te perdono, Ñil – le dijo ella.
-Vale colega, ¡jajaajaja!. Quedamos mañana para jugar con la nieve otra vez ¿vale? Como siempre.
-Vale, amigo. “Hasta luego, cocodrilo”- se despidió Betsy sonriendo.
Eran unas palabras que siempre le decía Betsy a Ñil “Hasta luego, cocodrilo” (porque había una canción muy animada donde también lo decían), en vez de decirle “adiós”.
Después de colgar, la muñeca se puso a mirar por la ventana e hizo una mueca con la cara. Le gustaba mucho que nevara siempre pero fallaba una cosa: estaba cansada de que la nieve fuera siempre blanca.
-Blanca, blanca, blanca, siempre la nieve es blanca – gruñó ella.
Entonces, se le ocurrió algo. Se concentraría mucho mucho mucho para que la nieve que cayese fuese verde, su color favorito. Y así lo hizo, cerró los ojos y pensó en su deseo… pero no sucedió nada durante dos horas.
-¡Bah, que tonterías hago! – se quejó Betsy – No funciona, claro.
Y se fue a dormir porque ya era tarde.
Cuando despertó a la mañana, oyó unos extraños gritos en la calle. Entonces se asomó a la ventana y vio que de las nubes caían unos preciosos copos verdes. Tanto los muñecos como los ruj que había en la calle, se ponían mirando hacia arriba y abriendo la boca porque aquella rara nieve tenía sabor a menta.
¡Betsy no lo podía creer! Como era la primera vez que hacía aquello, debió de costarle un poco a la nieve que fuese de ese color: igual que una carta que tarda en llegar… pero al final ¡lo había conseguido!
Ni el alcalde, un muñeco llamado Dan, ni dos policías llamados Xylvia, que era una muñeca adulta y Xito (un ruj mayor) se explicaban que pasaba.
-¿Cómo es posible?- decían asombrados Dan y Xito.
-Esto es rarísimo- dijo la detective Xylvia.
Asustada, Betsy volvió a pensar en volver a poner los copos blancos. Así lo pensó y así sucedió. Volvía a caer nieve blanca y aunque muñecos y rujs pequeños se pusieron tristes porque les gustaba aquella nueva nieve, el alcalde Dan suspiró de alivio porque todo volvía a la normalidad.
En esto que Ñil llamó al timbre de la casa de Betsy.
-¡¡¡Pero como es que no has salido a ver la nieve verde!!! – le dijo su amigo ruj.
-Es que…¿Te cuento un secreto? Pero no se lo digas, de momento, ni a mis padres ni al alcalde ¿eh?- le hizo prometer Betsy al pequeño extraterrestre.
-¡Pues claro que no! Mis labios están pegados con pegamento ¡jajaaja!
Entonces Betsy le contó su secreto y Ñil se quedó asombrado ante el nuevo poder de la muñeca y se quedó pensando.
-A este poder tuyo deberías llamarlo “telenievesia”- le dijo el ruj.
-¿Tele…nievesia? Que palabra más rara. Telenievesia- contestó Betsy.
-Telenievesia, SÍ. Me acabo de inventar la palabra. Significa que puedes volver la nieve del color que quieras con solo pensarlo y ¿sabes qué? Creo que nadie más en el país de Muxulambra tiene este fantástico poder más que tú, Betsy.
-¡Vaya!- dijo ella sorprendida.
-Oye ¿porqué no vuelves a probar la telenievesia? A mis amiguitos "ruj" les ha encantado la nieve verde.
Betsy se quedó pensativa y dijo: “vale”. Esta vez solo tardó unos segundos y ¡zas! la nieve volvió a caer verde.
-¡Bravísimo Bet!- gritó Ñil que también la llamaba así.
-¿No se enfadarán mis papis, el alcalde ni la policia? ¿No debería pedir permiso para hacer esto?- se preocupó Betsy.
-Es verdad- dijo el pequeño extraterrestre- Tal vez sí que debas decírselo.
Así que, Betsy acompañada por Ñil, (porque los dos eran muy buena gente) les dijeron a todos lo que había pasado. Sus papis se enfadaron un poco por la travesura pero Bet les había dicho la verdad y la perdonaron. Como los sabios de Muxulambra lo estudiaron y dijeron que no había peligro, la muñeca pudo volver a hacerlo siempre que avisara por teléfono a Xilvia, la agente de policía...
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