Sin identidad

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Bostecé. Mis párpados se rehusaban a continuar levantados. Decidí hacerles caso, así que deposité mi móvil sobre la mesita de luz y me tumbé en mi cama. Estaba somnolienta,  lo suficiente como para que los ojos me dolieran al mantenerlos abiertos, pero aún así no pude conciliar el sueño. 

Perdí la cuenta de las posiciones que tomé en busca de lograr dormirme, pero fue en vano.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a mis dos hermanitos menores, Bastian y Nela. Fruncí el ceño y les  pregunté qué necesitaban.

- ¿Mamá? 

Soltó Nela. Yo bufé. 

 

- Creo que está en la cocina. ¿Qué hacen levantados a estas horas? ¡Vayan a dormir!

Fruncí los labios al sentir un dolor puntiagudo en la cabeza, y la vista se me había puesto borrosa,  especialmente cuando dirigí mi mirada hacia la de Bastian. 

Era raro, porque mi hermano estaba en silencio, sumergido en su propio mundo. Era como si no estuviera aquí. 

Nela se dio la vuelta, y salió de la habitación. Vacilante,  Bastian, con su mirada fija en un punto perdido, le siguió. 

Quizás era por el cansancio y yo me estaba haciendo ideas, pero aquello había sido extraño. Bastian no era de estar callado. Él me habría contestado cuando lo mandé a dormir. 

Con una sensación extraña en mi estómago,  decidí ir en busca de un vaso de leche. Eso me ayudaría a aclarar la mente y a conciliar el sueño. 

Con dificultad, me levanté de la cama y arrastré mis pies hasta la cocina. Allí me topé con Bastian. 

Me pegué un susto cuando lo vi.

- Ay, Bastian, creí que te fuiste a dormir.

Le dije con un deje de molestia. Pero el chico me ignoró. Estaba allí,  igual que cuando ingresó a mi habitación.  Me acerqué a él y agité una mano delante de sus ojos.

- Holaa

Le dije intentado llamar su atención. Y lo logré,  o algo así. Él parpadeó varias veces y me sonrió. 

- No encontré a mamá 

Me dijo con su voz chillona. 

- Ahí la busco. Tú quédate aquí. 

Él asintió.

Ingresé a la habitación de mi progenitora, Monica, creyendo que podría estar allí.  La luz estaba prendida, y en la cama estaba ella, sí, pero quienes la acompañaban hicieron que se me helara la sangre. Monica estaba ahogándose a carcajadas junto con Nela y... Bastian.

Gemí horrorizada. ¿Podía ser eso un efecto del sueño?  La mujer me miró y enarcó una ceja.

- ¿Ocurrió algo?  Estás pálida. .. ¿Te despertamos? 

- N-no...

Logré articular. 

- Cuando te fuiste a acostar ellos dijeron que no podían dormir, así que decidieron dormir junto conmigo. Pero..

Continuó diciendo, fingiendo estar molesta y miró a los infantes.

- Estos chicos están haciendo todo menos dormir.

Los niños se echaron a reír. 

- ¿No la estaban buscando? 

Les dije.

-¿ A quién?  

Inquirió Nela con una sonrisa burlona. Bastian, por su parte, me señaló con un dedo acusador. 

- ¡Se volvió loca, mamá! 

Sin poder comprender nada,  me di la vuelta y caminé hasta la cocina. 

¿Qué me estaba sucediendo?

 

- ¿La encontraste?

Pegué un salto. Lo busqué hasta dar con su mirada. 

- ¡Bastian...!

Grité sorprendida. 

El infante se asustó cuando alcé la voz. Se me quedó mirando como si estuviera loca.

- ¿Qué pasa? 

Inquirió la voz de mi madre apareciendo detrás mío. 

- ¿Por qué gritaste? 

Yo no sabía qué responderle. Me volteé para mirarle con los ojos brillosos. 

- ... ¿No lo v...?

No terminé de formular la pregunta cuando escuché la risa de Bastian, proveniente de la habitación de Monica. Pero, al prestarle más atención me percaté de que eran dos carcajadas de voces idénticas. Miré en dirección a donde hacía unos instantes estaba el niño,  y me asusté al no encontrarlo. 

Ignoré las preguntas de la mujer al pasar por su lado y corrí hacia su habitación. 

Ahogué un grito al ver a dos Bastian idénticos saltando en la cama matrimonial. ¿Y Nela dónde estaba? Ella pareció oír mis pensamientos,  porque apareció al lado mio,  me empujó a un lado y se unió al juego. 

Desesperada, fui en busca de mi progenitora. La conduje hasta los niños y me sorprendí al encontrarme con ambos Bastian quietos, con sus miradas perdidas. Nela no estaba.

- ¿No los ves?

Mi vista se puso borrosa por unos instantes,  otra vez. Miré de soslayo en  dirección a Monica al no obtener respuesta alguna, pero en su lugar, estaba... ¿¡yo!? Escuché un grito, era mi mamá,  quien, plantada a mis espaldas,  con el rostro pálido como la nieve y con sus ojos desorbitados,  señalaba con un índice la escena.

 

 


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