LOS GIROS INESPERADOS DE LA VIDA 2ª parte

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Tranco, miraba por la ventana, sumido en una profunda tristeza y mil pensamientos mezclados en su mente. Era incapaz de asumir éste desgarrador cambio.

Había prometido a sus padres, muchas cosas, mil consejos recibió de ellos, pero ahora ante la soledad, se veía impotente, a la deriva, inseguro y con mucha rabia hacia todo.

El recibimiento de sus primos, ya mayores, fue más bien frío. Ellos ya tenían sus propios problemas y desconfiaban que pudiesen recibir dinero para su manutención.

El proceso de adaptación, era lento y muy tenso.

Estaba dispuesto a ayudarles en todas las tarea asignadas, pero necesitaba continuar con los estudios, fue lo único que pidió.

Recibía todas las semanas carta de sus padres, donde le explicaban que la situación no era tan sencilla como les dijeron y que seguían con el mismo propósito, de llevarle en cuanto tuviesen trabajo.

Las lágrimas derramadas, en su pequeño cuarto, en la soledad, le dejaban exhausto. Se sentía un incomprendido, y a falta de todo el amor que sus padres le prodigaban.

Recibió mucho apoyo de Laila y otros amigos que le enviaban cartas muy a menudo. Laila, le hacía sonreir, ante las bromas que le describía, era su estímulo para seguir adelante, su guía en este camino que le tocaba realizar.

Sus familiares, no se lo ponían nada fácil. Al paso del tiempo y como sus padres no enviaban dinero, comenzaron a pedirle cada día más trabajos, en la granja. Muchos días, faltaba a las clases por falta de tiempo.

Su desesperación, iba en aumento, reclamaba a sus padres la inmediata entrega de billetes para irse con ellos.

En los momentos tan álgidos de tristeza, las cartas que redactaba, eran duras, agresivas, y crueles hacia sus padres, los cuales estaban viviendo un verdadero martirio, ya que no le contaron la verdad, de su situación. Endeudados, sin trabajo y viviendo en la indigencia.

Con quince años,Tranco conoció a unas personas muy avispadas, que le animaron a probar ciertas drogas, para sentirse mejor.

Al principio, se las daban gratis, así podría continuar con los estudios, el trabajo y no notar cansancio.

En muy poco tiempo, le obligaron a vender la droga para poder tener suministro. Entró en un mundo desconocido y al estar tan vulnerable,se dejó manipular.

La comunicación con sus padres, se fue espaciando y lo mismo sucedió con sus amigos y Laila.

Su mundo, hace tiempo que se derrumbó, su vida ya no tenía sentido ni motivos para continuar.

Llevaba dos años con sus primos, cuando éstos, le echaron de la casa. Tranco había cambiado considerablemente, pasaba días sin aparecer por la casa, y cuando regresaba, se ponía a la defensiva incluso agresivo.

Decidió hacer su vida, se sentía totalmente abandonado y engañado por sus seres queridos, sólo en la vida, sin un hogar donde sentir el calor del cariño. El no era “nada” para nadie y en consecuencia viviría.

Fueron años tristes de supervivencia, lo mismo robaba que vendía drogas, todo le daba igual, simplemente dejaba pasar los días, como fuese, se dejaba llevar sin más, los días y las noches eran iguales para Tranco.

Un día, despertó en un hospital. Estuvo muy enfermo y llevaba muchos días ingresado. No se acordaba cómo llegó allí. Tenía muchas fracturas, supuestamente de alguna pelea.

Algo, se despertó en su mente, que no lograba identificar, pero se sentía bien en el hospital.

El trato que le profesaban, era extraordinario, con afecto y respeto, era uno más, y le llamaban por su nombre, estaba asombrado, incluso surgía de sus labios una pequeña sonrisa. Cuanto tiempo había pasado sin sentirse “una persona”.

Con el apoyo del personal, decidió desintoxicarse, e ingresar en un centro especializado. No fue fácil tuvo muchos momentos de desánimo y dolor.

Su mente se encontraba más despejada, y según mejoraba, decidió enderezar su vida, retomar sus estudios, y lograr ser una persona, eliminar al parásito que era.

En el centro, tuvo un apoyo incondicional, Tranco, se superó muchísimo, era uno más de esa familia, participaba en todos los trabajos, siendo el primero en ofrecerse para cualquier tarea.

Decidieron, apoyarle en los estudios, ya que estaba decidido a ejercer de enfermero.

En la Universidad, todo se le daba bien, estudiaba mucho y el resto del tiempo lo dedicaba a trabajar en el centro donde aún vivía.

Pero le quedaba mucho por superar. Hacía siete largos años que perdió el contacto con sus padres, de Laila y sus amigos del pueblo. La vergüenza que sentía de sí mismo, por la vida que había llevado,era demasiado grande para explicar a sus padres, aparte que únicamente sabía que estaban en Suecia. Su razonamiento para no hacer nada al respecto, era que le habían abandonado, no le querían, por lo tanto ya no tenía familia.

Su corazón, le decía algo muy diferente, hasta los catorce años, su vida era feliz, se sentía amado, cuidado y protegido, le habían educado con unos valores, que en este momento de su vida, comprendía, y entendía que le habían ayudado para superarse.

Le dolían éstos pensamientos e intentaba dejarlos apartados en algún rincón de su mente.

Por fin, tenía trabajo de enfermero. En el centro, hicieron una gran fiesta, mayor que la que le prepararon cuando se graduó, ya que también era una despedida, iría a trabajar a un hospital lejos de su país.

La sorpresa final que le tenían preparada, fue lo más emotivo.

Una persona del centro, que por su trabajo, viajaba mucho y contactaba con muchas Ongs, le presentó la sorpresa.( Lo localizó, en una Ong de Italia)

Un panel, lleno de fotografías, en la que aparecía un niño de catorce años, llamado Sebastian y con el apodo de Trancos. En este panel, los familiares, colocaban las fotos de sus seres queridos y que deseaban localizar.

Sus padres no le habían olvidado, la lágrimas se deslizaban como torrentes de sentimientos, de dolor y sufrimiento, de amor y entendimiento.

El regalo de despedida, era un billete de avión hacia el destino que el desease. Directamente hacia su puesto de trabajo o con escala en Suecia.

Laila, vivía con los padres de Tranco.

Tranco, tenía que decidir......


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