Madre Adnegada...
Por cristylove
Enviado el 20/11/2016, clasificado en Intriga / suspense
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-¡Hijo, te esperaba temprano!
-¡¿Por qué has llegado tan tarde?!
Rubén acaba de llegar de la universidad, hace caso omiso al reclamo de su mamá; pero ella insiste en abordar a su querido y único hijo.
-¡Sé que no te gusta que me preocupe! -le dice cariñosamente- ¡¿Acaso no me extrañas?!
Él, se dirige hacia el refrigerador buscando que comer y responde:
-¡Mamá, siempre te extraño!
Rubén y su mamá han sido muy unidos y son el uno para el otro. Ella lo ha criado sola con excelentes valores dentro de sus pocas posibilidades económicas; él lo sabe, la ama y respeta lleno de gratitud. Después de seguir intentando de indagar sobre el día de su hijo solo obtiene respuestas cortas. Le da la bendición y las buenas noches.
Al día siguiente. Rubén retorna a su rutina, últimamente ya no es el mismo, aunque sus calificaciones siguen siendo las mejores. Su mirada ha cambiado, parece taciturno, distante y de poco hablar con sus compañeros. Podría deberse al cansancio que ahora lo embarga pues ha tenido que tomar recientemente un trabajo para poder continuar con sus estudios aunado a eso, llega a casa para culminar con sus labores universitarias.
Al llegar a la universidad. Luisa, su novia lo espera en la entrada principal.
-¡Hola amor! ¿Cómo te sientes?- le dice en tono compasivo. Brindándole un afectuoso abrazo que él cálidamente recibe y devuelve.
-Estoy bien cariño, no te preocupes. Todo irá mejorando con el tiempo. -Expresa con un entusiasmo que no hace juego con su mirada.
-Ok. Así será. Ven -le toma de la mano y dice- debemos entrar, estamos retrasados y el profesor Jimenéz no tolera la impuntualidad.
El día transcurre en su rutina cotidiana. Luego de clases, Rubén y Luisa se ha reunido con algunos amigos en el cafetín del recinto universitario. Estos le hacen reclamos a Rubén por su lejanía al faltar a las reuniones y salidas grupales para divertirse. Él se excusa y disculpa pues sus ocupaciones tanto laborales y académicas lo han absorbido tanto que lo mantienen cansado y por ende alejado. Promete que al finalizar el semestre se reunirán para compartir y celebrar como debe ser. Luisa se despide de su adorado novio con un tierno beso en los labios lo cual él responde con uno intensamente apasionado, casi que desesperado, lo cual Luisa aprovecha para pedir a Rubén que la lleve a casa de él.
-No amor, hoy no. Tal vez en otra oportunidad.
-Ok. No insistiré. Por ahora.
Cada uno ha tomado su rumbo. Él se dirige al trabajo para continuar con su día rutinario. Aunque en ocasiones resulta agotador, no desfallece, pues sabe que todo éxito esta construido de esfuerzo y sacrificio como le ha enseñado su madre. Ya es hora de regresar. La jornada del día ha terminado.
Como siempre su madre lo espera en el sillón floreado de la estancia, donde las paredes y repisas están llena de diplomas, certificados, reconocimientos y trofeos de Rubén que dan testimonio de todo los logros académicos y del cual su mamá esta profundamente orgullosa.
Esta vez Rubén se dirige a la salón estancia donde se encuentre ya su mamá. Observa con detenimiento el cuadro de la pared donde aparecen los dos risueños y felices.
Ella nota su preocupación melancólica y pregunta:
-¡¿Qué te pasa hijo?! ¡¿Por qué estás tan distante de mí?! -Se pone frente a su hijo esperando respuesta.
En ese doloroso instante para ambos, Rubén exclama:
-¡Mamá, se que me amas con todo tú corazón!
Con el alma rota en mil pedazos continua diciendo.
-Ya es hora de que te marches. Déjame seguir con mi vida. No te preocupes, me has enseñado bien y estoy muy agradecido.
Su mamá le dice emocionalmente afectada pero con serenidad en sus palabras.
-¡Esta bien hijo, me iré de tu lado.
En eso Rubén la detiene por ultima vez.
-Mamá, te amo y te amaré toda mi vida. Pero no regreses más. Hace ya un tiempo desde que falleciste, es hora que vayas a la luz celestial, tú compañía de nada me sirve en esta fría y vacía casa llena de soledades y recuerdos. Dame tu bendición y descansa en paz querida mamá.
Antes de desaparecer le dice a su hijo -¡Dios te bendiga hijo mío! ¡Seré por siempre tu ángel de la guarda desde el cielo!
Rubén sintió una suave brisa que acarició su rostro cubierto de lágrimas. Tomo el retrato de su madre estrechandolo contra su pecho para finalmente darle un beso de despedida a su imagen con la esperanza de poder seguir unidos más allá de la eternidad.
-¡Lo haré bien por ti, mamá! ¡Algún día nos volveremos a encontrar!
Fin...
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