Contigo pero sin tí - Parte II
Por sgmonline
Enviado el 23/11/2016, clasificado en Amor / Románticos
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Contigo pero sin tí - Parte II
Mañana es mi cumpleaños, pero no pienso en la celebración, ni en los regalos, ni en la de años que llevo aquí... sólo pienso en que Él me pueda felicitar. Para mí sería un subidón recibir un mensaje suyo, o un bajón enorme no recibirlo un día como ese. De todas formas intento pensar como debería pensar, es decir, hago planes para mañana, algo sencillo pues mañana hay que trabajar, pero siempre se puede hacer una cena algo más especial con Marcos, y quizás un pequeño detalle para agradecerle todo el amor que me da cada día.
Llego al trabajo con una caja de bombones y unas rosquillas recién hechas, quiero celebrar mi día igualmente y no voy a dejar que nada ni Él me arruinen ni el día, ni la vida. Todos me felicitan y se alegran por mí, y todo esto me aporta mucha energía positiva, me hace feliz y ya no me importa no tener noticias suyas.
Ya en casa me relajo y me pongo a leer todas las felicitaciones de mi familia y amigos, son geniales, debería ser mi cumpleaños cada día para recibir tanto cariño en unas pequeñas frases.
Marcos como siempre me sorprende con sus regalos, tengo que buscarlos por toda la casa lo que lo hace más divertido y emocionante. Pasamos una tarde muy mágica, en la que finalmente me encanta cumplir años, es un año más que he vivido, que debo agradecer por todo lo que me rodea.
Ya está, ya se fastidió. Me ha llegado un mensaje al móvil de Él. Ha tardado todo el día en hacerlo y sólo me ha puesto “FELICIDADES”. Pues mira ya que estabas podías haberte molestado un poco más y dedicarme unas pocas de palabras más, pero qué me voy a esperar...
No sé lo que siento o lo que no siento, porque vuelvo a sentir un montón de cosas tristes y alegres todo a la vez, alegría porque se ha acordado de mí, se ha molestado en escribirme, pero tristeza porque es un cutre. Ahora me acuerdo de la felicitación que yo le hice, le dibujé a él a mano, y le escribí unas frases muy bonitas que ahora mismo me arrepiento de haberlo hecho. En fin, le pongo “GRACIAS” y me olvido del tema, no voy a permitir que me fastidie ahora.
No pasan muchos días cuando vuelvo a recibir noticias de Él, me sorprende pero ahí está, además muy amable. Todo empieza a cambiar de repente. Me escribe varios mensajes y me responde a los míos, cosa que no solía hacer.
Mantenemos conversaciones cortas cada día, me hace preguntas sobre mi vida, siento que se interesa por mí. Tal vez se haya dado cuenta de que soy la mujer perfecta para él, tal vez valore que siempre estoy ahí, que nunca le fallo y que nunca lo haré.
Pasan los días y empiezo a llevar una doble vida mucho más pronunciada que antes. Cada día estoy deseando quedarme un rato sola para poder hablar con Él. Empiezo a imaginar un futuro con Él, porque quizás terminará llegando, pienso en cómo sería todo, pienso en cómo le contaré esto a mi familia, eso me preocupa mucho la verdad.
Miro a Marcos y se me cae el alma a los pies, me siento la peor persona del mundo, pero estoy siendo fiel a mis sentimientos. Siento que quizás no debería estar con Marcos, debería dejarle libre para que encuentre a alguien que lo sepa valorar, que lo sepa querer como se merece. Pero tampoco le quiero perder, tampoco me quiero precipitar.
Empiezo a autoconvencerme de que no soy mala persona. Estoy con Marcos porque le quiero, porque me gusta ese tipo de hombres, porque le dí una oportunidad al amor entre nosotros, porque pensaba que con el tiempo podría llegar a sentir algo tan fuerte como lo que siento por Él, pensaba que recibiendo tanto amor y tanto cariño de Marcos sería mucho más fácil enamorarme de él. Pero no, no es así, pasa el tiempo y las cosas no avanzan. Le sonrío, le abrazo y le doy un beso.
Al día siguiente recibo otro mensaje de Él. Necesita mi ayuda y eso me gusta. Seguro que consigo sumar puntos si le aporto cosas y le ayudo en su vida. Va a venir por mi trabajo porque necesita unas cosas de allí, y espera que mi puesto allí le de alguna ventaja.
Me pongo muy nerviosa porque va a venir, me va a ver en mi vida rutinaria, entre mis compañeros, y yo le voy a tener que presentar. Pero le voy a ayudar, puedo hacerlo y no me cuesta ningún trabajo, al contrario, a mi me llena de satisfacción tenerle allí, y también espero que me lo agradezca. Ya está aquí, estoy temblando pero no puedo evitar sonreír. Él me sonríe también y es encantador con todos. La verdad que no pudo salir mejor, y se ha marchado con lo que quería.
Estoy feliz, hoy me voy muy contenta porque le he visto, en una situación diferente, en mi vida normal, y le he ayudado, ahora sólo me queda esperar su respuesta, su gratitud.
He tardado unos días, demasiados, en darme cuenta de que todo se trataba de interés. Ese cambio de actitud, esos mensajes, esas conversaciones, ese repentino interés por mí... era más bien interés por mi trabajo, por lo que necesitaba de allí, y yo no supe verlo. Pero al fin se me ha caído la venda de los ojos, ha sido tarde, pero a tiempo de no cometer ningún error. Él no es para mí ni nunca lo será, ya no le veo de la misma forma, nunca antes había llegado a tal punto de utilizarme también para conseguir cosas materiales. Pero ya está, esto me ha servido para sentir rabia y desprecio hacia Él. No entiendo cómo pude estar tanto tiempo ciega, distanciarme tanto de mi vida, de mi gente, de mis cosas, por estar viviendo una mentira con Él.
Ahora he hecho lo que debí hacer hace mucho tiempo, le he borrado de todas partes, y me he sentido bien. Ya no habrá respuestas, ya no habrá oportunidades, ya no siento nada bueno hacia Él.
Supongo que ésta última experiencia vivida me ha servido para desprenderme de un sentimiento que no me dejaba avanzar con Marcos. Pero todo ha cambiado, mi vida vuelve a ser bonita, vuelvo a querer lo que tengo y lo que hago, ya no estoy distraída ni confundida, ya no tengo dudas ni vivo en montañas rusas de sentimientos. Ahora tengo las cosas claras, estoy estable y feliz, y sé que irán llegando las siguientes etapas de mi vida con Marcos, con el que siempre estuvo ahí ayudándome a no perderme en el camino. Nunca sabré si Marcos sabe algo de mi “segunda vida”, quizás me haya perdonado, o quizás se quedará en mi recuerdo, pero ahora sólo tengo una vida, mi vida, y es la que quiero vivir.
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