Abrazo la almohada y hundo mi cara en ella, estoy acurrucada en la cama con la mirada perdida en la ventana, mientras la lluvia golpea el cristal.
Pienso en aquellos días en los que me mirabas, me sonreías, bromeabas conmigo, me acariciabas, me cogias de la mano, me agarrabas la cintura, me hacías bailar. Aquellas veces que me dejabas en casa y a la media hora volvías a llamarme porque todavía seguías pensando en mí.
La vida pasa muy rápido, y los momentos se van dejando recuerdos que alimentan nuestra alma, recuerdos que nos hacen sentir una y otra vez las mismas emociones, hasta que olvidamos y esos sentimientos se van apagando. Por eso me gusta estar aquí, tumbada en mi cama, pensándote, para que esos momentos no se vayan, para tenerte de la única forma que puedo, en mi recuerdo.
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