Mi boca puede decir lo que quiera, pero mis ojos no mienten.
Bebo un sorbo del café mientras le miro atentamente, me cuenta que ha conocido a alguien, según dice es una auténtica princesa. Sus palabras se me clavan como cuchillos en el estómago, a pesar de su voz dulce y suave.
Intento disimular, sonrío, y le digo que me alegro mucho por él, que se merece que le quieran. Le animo a seguir adelante, pues es imposible que no se enamoren de alguien como él.
"Sssshhh!!!", me interrumpe poniéndome su dedo índice en mis labios. Me dice que mi boca puede decir lo que quiera, pero que mis ojos le dicen otra cosa, me dice que es todo mentira y que él también me quiere, me besa.
La verdad es que no, no es eso lo que ocurrió, ¡ya me gustaría!. En realidad lo que pasó fue lo siguiente:
"Sssshhh!!!", me interrumpe poniéndome su dedo índice en mis labios. Me dice que mi boca puede decir lo que quiera, pero que mis ojos le dicen otra cosa, me dice que sigo enamorada de él, pero que ya es hora de que me enamore de otro.
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