HISTORIAS ESCRITAS PARA TI - CON VIDA PROPIA 1 PARTE
Por Adelina Gimeno Navarro
Enviado el 29/11/2016, clasificado en Ciencia ficción
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Muchos pueden ser los protagonistas que amenicen estas líneas, o puede que tan solo con uno sea suficiente para que su lectura nos mantenga en ascuas desde su principio hasta su final.
Pretendo con ella que paséis unos minutos agradables leyendo la historia completa que a pesar de ser corta para muchos de los aficionados a mis novelas, intento que al igual que breve sea lo más intensa posible para crear esa expectación que interesa que tengan las intrigas
Una marea de personas desembocaba en la calle, a la salida de aquella boca del metro como era habitual cada una de las personas tomaba direcciones diferentes, camino a su destino de trabajo en aquella precisa hora.
Izquierda, derecha, centro, yo fui uno de los que tome una de aquellas orientaciones, me dirigía a los grandes almacenes en los que habían requerido mi presencia para subsanar una avería, parecía que sin importancia, por la poca prontitud que se intuía registrada en el aviso telefónico de mi empresa, pues mi superior me pidió que tomase el trasporte publico en vez del coche habitual con el que trabajábamos.
Podía haber sido cualquiera de aquellos individuos que corrían a sus quehaceres quien contase la historia aquí escrita, y que ocupa ahora la lectura, pero no sera así, pues yo era el mecánico que por llamarlo de aquel modo tenía que vivir lo que allí ocurriría.
Aquel aparato era uno de los más usados en nuestros días, es nuestro vehículo de interiores, en cualquier inmueble sea cual sea su altura hay al menos uno, cuando entramos en el, le dotamos de vida, lo convertimos en algo tan útil que en ocasiones no podemos prescindir de el, sin creer que cualquier día como ya estamos viendo en muchos de los inventos que cotidianamente manejamos actuaran a su libre albedrío.
Pero, sigamos con la historia que os tengo que contar, viene a ser sobre algo que ahora puede llegar a ser irreal. También podemos tachar el tema como intrigante, y a la vez leerlo como si de algo fantasmagórico se tratase, pero pensemos siendo realistas, que se trata de un hecho que podemos llegar a ver y que la realidad, no es otra que esta, la que comienza a ser un tanto familiar.
Fui a dirección me dieron la llave maestra, reaccionando ya en aquel instante de manera nerviosa cuando la tuve en mi mano, su contacto en mi piel me encrespo el cuerpo como si supiese que pretendía manipular su interior.
Pulse el botón para que bajase, pues vi que se encontraba parado en la planta tercera. Allí estaba, y sin decir “ábrete sésamo” sus puertas se abrieron dejando al descubierto su interior metalizado, en esta ocasión resaltaba el color amarillo, sus cuatro paredes resultaban acogedoras que forradas de espejos hacían que quien en el entrase se viese reflejado como entonces estaba ocurriendo conmigo.
Su cuadro de mando por un casual tenía varios de aquellos botones señalando sus diferentes funciones, dando la sensación cuando lo mirabas que como estaban lógicamente situados fuese cosa de magia.
Volví a fijarme en el y tomando a risa aquello que veía, descifraba un rostro humano, viendo como en un dibujo infantil trazos en los que se adivinaba unos ojos, la nariz y una boca.
Moví de un lado a otro la cabeza pensando que era lo que me estaba pasando, sin duda se estaba creando en mí, una paranoia mental que no era normal por la manera de pensar que tenía, yo era un tío serio, responsable y jamás había pensado que ciertas de aquellas causas paranormales me afectarían. Pero así estaba pasando, me agobie cuando sus puertas sin tocar ningún botón se cerraban solas, escuchando aquella voz en off que me avisaba “Las puertas se cierran” y la que estaba cansado de oír en numerosas ocasiones, y a la que siempre de guasa, respondía... “Gracias guapa”, pero aquella vez fui preso de un miedo atroz y a pesar de que siempre me expresaba con aquella frase, no tuve el valor de pronunciar palabra y enmudecí.
Para mi propia tranquilidad recordé que hay averías que solo se solucionan en el piso donde se producen, por lo que deje en un segundo plano ese ascenso que se ocasionó automáticamente.
Comencé a prepararme las herramientas que utilizaría para la reparación, sacando un destornillador de precisión revisándolo como si de un arma se tratase, me lo acerque a la cara y lo examine, diciéndome a mí mismo que era lo que estaba haciendo, que clase de tontería hacia, si estaba bien o mal nadie iba a notarlo, lo utilizaría y punto... volviéndome a repetir que a quien iba a manipular con aquel destornillador no sentiría si estuviese en malas condiciones.
Un temblor y unos saltos inestabilizaron mi equilibrio... descontrolando mi atino por lo que aquella punta afilada resbaló arañando la placa embellecedora...
Aquella manera de elevarse fue lo que me hizo pensar que tal vez estaba siendo manipulado por alguien o en el peor de los casos por algo extraño. Situé el utensilio manual en uno de los orificios para proceder a desatornillar uno de los remaches que unían la placa para que se soltase y acceder así a su interior, justo era el que se encontraba al lado de lo que parecía uno de los ojos, puse tanto vigor en la acción que salio del un líquido viscoso que parecía aceite, aquella grasilla se deslizaba ante mis ojos como una lagrima...
Me negaba a pensar que fuese aquello y me dije...
- Pero Dios mío que estoy pensando...
Tenía que reaccionar o me volvería loco, apreté más con todas mis fuerzas, tenía que acceder a su interior como fuese, basta ya de pensar en tonterías o no terminaría de solucionar aquel problema...
Mi corazón dejó de latir cuando yo realice aquella maniobra, ya que a la vez que seguía apretando el mecanismo del ascensor, se frenaba de golpe causando un chirrido que se parecía a un lamentable grito de dolor...
Pero de quien me preguntaba, de nadie me contestaba al instante...
Solo era un ascensor dispuesto de una computadora, por aquello se movía solo... los sonidos que emitía eran los típicos de aquellas maquinas, los que yo había escuchado decenas de veces cuando las reparaba... No había pues de que extrañarse, todo me debía de parecer normal... pero ¿por qué no me lo parecía?...
¡Por Dios Santo! Gritaba, -¿qué es lo que me pasaba? Dije apretando cada vez más fuerte intentando contestarme de aquella pregunta...
¿Cómo podía una simple avería coaccionarme de aquel modo? En lugar de contestarla volvía a preguntarme, haciendo palanca con el útil solté aquel embellecedor dejando al descubierto lo que se deducía que eran sus tripas, un sin fin de cables que yo reconocía como tal, pero también imaginaba que eran sus venas y arterias pues una de ellas bombeaba como un auténtico corazón humano...
©Adelina GN
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