GRITOS EN SILENCIO - 2 parte
Por Adelina Gimeno Navarro
Enviado el 29/11/2016, clasificado en Drama
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Aquel señorial edificio se alzaba delante de ella, como el más majestuoso mausoleo, así, mirándolo estática, en el semáforo que esperaba le permitiera pasar al ponerse en verde, lo veía ella. Cuando escucho el sonido que advertía a los invidentes para cruzar, aquel sonido que simula el de una campanilla lo confundiría con el de su conciencia que le reprochaba sus siguientes pasos. Sin querer centrarse en aquello que sentía y que la haría revocar la decisión que había tomado, llevo las manos esta vez a sus oídos tapándolos, encaminándose casi sin mirar el arcén hacia aquella puerta que se abría y cerraba al paso de la gente.
Precipitándose entre las personas que cruzaban en sentido contrario a ella pasaba inmersa en sus pensamientos, sentía que no estaban basados en todo aquello que le habían enseñado, en su rostro se reflejaba la desesperación que le proporcionaba su propia incertidumbre, cuando alguien la tomo del brazo preguntándole, si la podía ayudar en algo, ella se quedo mirándolo extrañada, podía alguien imaginar lo que le pasaba? Como imaginar podían, pero era tan diferente la realidad que ella había ocultado siempre, que imaginar podían, pero sin duda si ella hablase no solo por la expresión de su rostro iban a creerla.
Contesto que no, de la forma mas cotidiana que hay, negando con un movimiento de cabeza, hasta en aquel momento callo su grito de ayuda, una vez más había silenciado sus miedos aquellos que siempre la acompañaban por el temor de que él apareciera en cualquier momento. Aquel maduro joven se alejo de ella soltándola del brazo, pero mientras caminaba por la acera su intuición le decía que sí, que aquella mujer joven tenia un grave problema, lo que le hacia volver la cabeza cada instante, investigando mientras observaba entre la gente donde la dirigían sus pasos.
Ya estaba dentro, se quedo mirando el gran reloj de la estación en el que tan solo faltaban quince minutos escasos para que el expreso que ella misma había elegido y que no hacia parada en aquella estación pasase, culminando así su proyecto de ser libre. Se sentó cómodamente en uno de los asientos que habían justo frente a las vías como si fuese a ver un espectáculo, cruzo sus piernas y brazos esperando que apareciese el primer aviso que alertaba a los allí presentes que tuviesen precaución al paso del rápido sin parada en la estación.
En pocos minutos se escucho el aviso, pero para entonces ella ya tenia a su lado al que seria su ángel de la guarda, a falta solo de cinco minutos para la hora y para que de nuevo se escuchara la voz que lo daba, se levanto, levantándose a su vez el joven, al que ella no había reconocido como al mismo que le pregunto por la calle .
Miro a su alrededor y no había nadie que pudiese sospechar lo que iba hacer tan solo lo vio a él, tan cerca estaba de ella que aun sin saber que era él mismo joven le molestaba su presencia. Sus pies estaban al filo del suelo, casi la punta de sus zapatos sobresalía de el, cuando asombrada veía como él optaba en acompañarla con la misma posición, bromeando y aconsejándola de que podía caerse, ella parecía no escucharlo solo miraba el reloj, su corazón empezaba a latir cada vez más fuerte, notaba sus latidos en la garganta, iba hacer aquello por el miedo que sentía cada vez que su marido se acercaba a ella y ahora sentía lo mismo al escuchar el ultimo aviso, ni hasta el momento de su muerte elegida por ella misma dejaría de sentir miedo, pensaba.
Aquel joven con astucia simulo un intencionado resbalón con el que podía caer justo en los raíles del tren, asustando así a la mujer, el joven acuso aquel pequeño mareo a una bajada de azúcar pidiéndole si llevaba algo dulce para contrarrestar su glucosa.
Confusa busco en su bolso sin encontrar lo que buscaba, viendo que tan solo faltaban dos interminables minutos, al ver el joven que no podía apartarla de allí lo suficiente para que no ocurriese el accidente repitió su acción pero esta vez quiso hacerla con mayor credibilidad que se precipito al vació, quedando parte de su cuerpo colgando. Ella comenzó a gritar pidiendo auxilio para socorrerlo, jamas nadie la había escuchado pero esta vez el destino la premiaría no solo con el regalo de la ayuda, si no con el regalo cuando ayudas a alguien.
Dos empleados que estaban allí mismo en el lugar donde ocurría aquella extraña paradoja la ayudaron, cuando aun no habían llegado hasta el banco donde sentaron al joven, un viento frió dio en la espalda de ella, era aquel rápido tren que pasaba sin parada pero con un destino, el destino de brindarle a nuestra protagonista una nueva oportunidad en su vida.
A partir de entonces cada vez que gritase recibiría ayuda, sin hacerlo aquella vez ya había sido auxiliada, había encontrado quien la apartase de una muerte segura, aun habían hombres que desprendían un fragante aroma y no insultos vejatorios, hombres que dieran palmadas de animo en las espaldas de mujeres amargadas y no guantazos llenos de odio por todo su cuerpo, pero a pesar de todo aquello que ella descubría en su intento de acabar con su vida, seguían habiendo mujeres a las que les asusta mas gritar, que morir y mientras eso continué pasando daremos lugar a que hayan más golpes que fragancias.
Este relato tiene unos protagonistas pero no tienen un nombre propio que los identifique, pero cualquiera que lo este leyendo puede verse reflejado en el.
Dedicado a las victimas de la violencia de género, para ellas por ser mayoría y para ellos por no serlo.
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