GRITOS EN SILENCIO - 1parte

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¿Seria diferente aquel día que comenzaba?
Quería que así lo fuese, cuando abrió los ojos y un sol esperanzador entraba por la ventana, él no estaba a su lado y suspiro tranquila, mientras seguía pensando en aquello que tenia que hacer y que con anterioridad había planeado tantas veces. Pero aunque aquel sol la envolvía aun sentada al borde de la cama, radiando su calor y esperanza sobre ella, seguía teniendo miedo, nunca había tenido tan claras las ideas, pero le asustaba como iba hacerlo, aquella forma seria la menos dolorosa, quería convencerse de ello, la velocidad estruendosa de aquel tren le arrebataría la vida, dejaría atrás todas la vivencias penosas, llenas de insultos y dolorosos golpes de aquel hombre cuando sobre ella sudaba todo el alcohol que había bebido.
Intentaba salir de aquel jardín, pero tenia miedo de seguir gritando y que no la escuchasen, donde antes las flores le pertenecían, ahora había un campo oscuro lleno de plantas carnívoras, aquella flor que antes le premiaba con su fragante aroma, ahora desde hacia varios años le dañaba.
Nunca nada volvería a ser como era, demasiados perdones que se volvían en truncadas promesas y ya no quería más de lo mismo, sus gritos en silencio no volverían a escucharlos, callaría esta vez por siempre, puede que entonces la creyesen o tal vez mejor, escucharían en ella a otras mujeres que estuvieran gritando sin ser escuchadas.
Leyendo el titular que pondrían para su noticia, sonreía.
“Otra victima de violencia de genero …. pero esta vez …. quien a acabado con su vida a sido ella misma…
"Una mujer de mediana edad se ha arrojado al ferrocarril esta misma tarde”
Mientras dos lagrimas recorrían sus mejillas las que recogió con sus propias manos al ponerlas sobre su rostro, tapándolo con vergüenza.
Había soñado en multitud de ocasiones que otra flor pudiera ser sembrada en su jardín, pero el temor del que ahora era su jardinero se lo impedía y la privaba siempre de aquella idea del divorcio, con su huida para siempre se aseguraba de que él no volviese a molestarla y que él pagase así en vida lo que ella iba hacer, purgaría así sus malos tratos hacía ella y llevaría sobre su conciencia un asesinato, aunque no fuese él quién lo hubiese cometido, su eterna condena seria ella misma.
Una nube paso escondiendo aquel sol maravilloso que la deslumbraba mientras miraba por la ventana, pero rápidamente el sol volvía aparecer, su estado de animo volvió a cambiar con el aspecto del día, ella hubiese querido que la tiniebla se apoderase de la luz ya que todo en aquel día iba a carecer de luminosidad para convertirse en una fosca oscuridad, no dejando ver el vergonzoso acto que acabaría con su sufrimiento. Convirtiendo aquellas horas que la separaban de la hora crucial en los mas maravillosos minutos que jamas pudo vivir, se propuso a ella misma recorrer las calles de su ciudad paseando y despidiéndose de todo lo que dejaría atrás con su suicidio, de todo lo que la vida le ofrecía y que aquella mala experiencia le arrebato desde el primer día de casados.
Por un momento, solo por un momento se acordó de aquel bonito día que fue el de su boda, pero sus pasos la habían llevado a caminar por el borde del rió, aquel que sus aguas calmadas paseaban a la vez con ella, y quiso olvidar, todo a su alrededor era demasiado bello para poner entonces en escena aquella película, que como muchas no acaban como empiezan y así poniendo fin a sus recuerdos, olvidaba la suya, la que no tendría un final feliz.
Entre las copas de los arboles revoloteaban los pájaros, se paro, se sentó en uno de los bancos que albergaba toda aquella naturaleza sobrepuesta en el asfalto de la plaza, como sobre puesta estaba entonces su felicidad contemplando aquel fascinante paraje, cerro los ojos y escucho el canto de los pájaros, que le cantaban la canción de lo que podía a ver sido su vida de no haber estado llena de notas musicales distorsionadas por el sonido de los golpes que recibía a diario. Un graznido la aparto de aquellos dulces cantos, en lo alto de la fuente una urraca lanzaba al aire su rudo sonido que ella identifico como los silenciosos gritos que tenia que callar día tras día.
Siguió caminando, sus pasos la conducían sin planearlo a la estación de trenes que se encontraba apartada del centro de la ciudad, en una explanada una feria infantil se alzaba como un gran monumento de luces donde disfrutaban los niños que de haber tenido ella no hubiese llegado ni a pensar lo que iba hacer.
Se detuvo justo en una atracción que le recordaba mucho una de aquellas noches en las que él llegaba completamente bebido y la fustigaba con el látigo verbal de los insultos. Los sirenas y pitidos de la atracción infantil simulaban aquellas sonoras palabras que de su boca salían y las luces... las luces eran los colores que ella veía cada vez que a sus ojos llegaban sus fuertes manos enfermas.
Respirando hondamente se soltó de aquel soporte que la aguanto para no desfallecer y caer al suelo por los dolorosos recuerdos que ya entonces quería poner fin. Todo lo bonito que esperaba que fuese su paseo, se estaba convirtiendo en un nefasto recordar de momentos dolientes y que la hacían pasar unas horas enfermizas que acabarían en muerte. Miro el reloj sus saetas avanzaban sin tregua, el minutero la empujaba sin remedio hacia las siete de la tarde, hora en la que pasaría el tren de su olvido, permitiendo que cesaran aquellos recuerdos infernales de lo que fue su paso por la vida, si algo o alguien no lo remediaba ella ya no escucharía en la estación las campanas que diesen sonido a la media de esa hora...


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