Encuentro con una antigua compañera
Por F.J. Castellano
Enviado el 29/11/2016, clasificado en Varios / otros
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Después de ir a clase en la universidad, Jorge regresa a su casa con una mochila a hombros. Es su primer año de carrera y se siente todo un adulto, sobre todo cuando lleva varios días sin afeitarse como hoy. Para parecer más desaliñado lleva su cabello castaño algo despeinado y la camisa a cuadros arremangada por encima de los codos.
Cuando llega al cruce enfrente de su casa ve que el semáforo se va a volver a poner rojo para los peatones, pero como a estas horas no hay nadie en casa, decide esperar tranquilamente a un par de pasos de la carretera. Pacientemente ve como los coches parados empiezan a pasar. A pesar de ser una calle con cuatro carriles ese día no tiene mucha circulación, por lo que en seguida pasan todos.
En la acera de enfrente entre los peatones que esperan, se encuentra una chica morena con el pelo rizado, vestida con unos leggins negros y una camiseta violeta. Su cara le suena, pero inmediatamente no le reconoce. Entorna los ojos para fijarse con mayor detalle en ella y se da cuenta que es Mireia, su amor platónico del instituto. No le ha reconocido porque antes tenía el pelo liso.
Aunque está a bastante distancia para ver sus grandes ojos marrones, los recuerda como si le tuviese enfrente. Cuando le miraba se olvidaba de todo, incluso de hablarle; pero ya es un adulto, por lo que ya es capaz de conversar con ella, de intentar enamorarla. Mientras piensa eso, se endereza levemente echando para atrás sus hombros y sacando pecho.
Desvía la mirada momentáneamente para observar el semáforo de su acera, para comprobar si ya se ha puesto en rojo para los coches y poder correr a saludarle.
Desgraciadamente no es así. Todavía tiene que esperar, por lo que su atención vuelve a recaer en Mireia. Mientras ella, con su mano izquierda, se acaricia su cabello. Mediante un acto reflejo, Jorge realiza la misma acción, a la vez que recuerda como adoraba ese gesto, que ella hacía antes de maravillarle con su amplia sonrisa.
A pesar de la distancia, cree que Mireia sonríe creando unos pequeños hoyuelos en las mejillas que él adoraba. Está convencido que le ha reconocido y le está animando a saludarle, seguro que ella se da cuenta que ya no es el compañero de instituto con granos que era en esa época.
Jorge se adelanta un paso con intención de cruzar lo antes posible, pero se detiene para volver a mirar el semáforo de su acera. Sigue estando verde para los coches.
Gira su cabeza hacia ambas direcciones de la calle, para comprobar que sigue sin circulación cercana, pero negando con la cabeza, piensa que un adulto no debe salir corriendo como un crío, por lo que decide seguir admirando a su amor del instituto.
Distraída, Mireia sigue jugando con los rizos de su pelo, sin saber que a cuatro carriles de distancia está su enamorado, el cual empieza a sentir la velocidad de sus latidos. Para intentar calmar sus nervios Jorge se balancea levemente sobre sus piernas, recordando como adoraba en el instituto cuando Mireia hacía pequeñas ondas en el pelo con sus dedos. Cuantas veces quiso declararla su amor y cuantas veces se arrepintió antes de decir ni siquiera una palabra.
Vuelve a mirar ansioso el semáforo de su acera. Sigue verde para los coches.
Por fin se anima a cruzar y se sitúa justo en el extremo de la acera, hasta que oye un pitido de un autobús que se acerca. Del susto Jorge retrocede dos pasos, sin percatarse en una señora mayor que ha ocupado ese espacio y le pisa. Después de pegar un pequeño brinco, se gira hacia ella para pedirla disculpas. Cuando oye el sonido para invidentes del semáforo que se activa avisando para que puedan cruzar.
Sintiendo el rápido latido de su corazón, se vuelve hacia Mireia que se acerca rápidamente, mientras Jorge va encogiéndose echando sus hombros para adelante.
Al pasar a su lado Mireia le saluda con una amplia sonrisa, pero Jorge le devuelve el saludo con voz tan baja que ni siquiera el cuello de su camisa es capaz de escucharlo.
Cabizbajo, cruza la calle arrastrando sus pies, para esconderse en su casa, sintiéndose nuevamente el joven estudiante de bachillerato.
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