Encendí una vela

Me encontraba solo, con mi gato y un disco de Pink Floyd sonando junto a la cerveza que rebozaba en la mesa, admito que no era muy creyente y me resultaba un poco indiferente, pero el viento me lo exigía y termine sucumbiendo al deseo de su armonía, un resplandor era lo que me pedía.

Encendí una vela y pensé en ti, con calma la acomode y me senté a su lado a acompañarla en su larga velada, codiciaba una noche tranquila donde mi ímpetu se uniera con la penumbre.

Como incandescente llamarada iluminó de un suspiro mi alma, su aurora me susurraba al oído y me envolvía en un acogedor sonido, cuando de repente mi entorno oscureció y solo quedamos ella y yo frente a frente en un profundo sombrío.

Recuerdo como su luz impregnaba en aquel vacío, dibujando un bosquejo en el cielo con cada estallido de brasas, era imposible no apreciar su bella silueta y su templado sentimiento, me sentía hipnotizado, mi horizonte no se apartaba de aquel instante.

Quise acobijarla, pero con cada intento mi mano atravesaba sus lienzos sin sentir tacto alguno, como si estuviera pulsando en la nada, solo deje que su ardor me abrigara y despertara en mí una tenue sensación que me aliviara.

Desaloje mi mente y solo te imagine a ti, tan perfecta, simpática y hermosa como siempre te he recordado, aquella chispa se había convertido en tu esencia, como un capricho que anhelaba desde hace tiempo, te encontrabas tan majestuosa y atractiva frente a mi.

Dulcemente te acercaste a mí y me abrazaste intensamente, percibiendo tu roce como un lugar cálido agradable, que con delicada labia se encarecía entre mis más remotos deseos.

No me preguntes el porque te soñé, no tengo excusas para ti esta vez, solo te diré lo que una llama me aludió, y te responderé con una recóndita mirada… solo encendí una vela.