«... Acabamos de escuchar Everything i do, i do it for you. Nadie como Bryan Adams para cantarle al amor…»
Teo deslizaba la plancha al ritmo de la música que ofrecía la emisora Vinilo FM, preparando la ropa para el trabajo de aquel día.
«… Pero es noviembre y está lloviendo, y qué mejor excusa para recordar uno de los grandes éxitos de Guns N’ Roses.
»Así que viajemos hasta principios de los noventa. La banda está en la cumbre, y en su álbum Use your illusion I encontramos este… November rain»
Teo soltó la plancha, con riesgo de quemar el pantalón, viajando de la mano de Axl Rose hasta sus lejanos días de instituto, cuando los piercing y los tatuajes eran impensables, y desde las carpetas de las chicas sonreían Jon Secada, Bon Jovi y Luke Perry. Únicamente en la de Sonia, grupos como Led Zeppelin o The Cure luchaban por cada centímetro de su superficie, aunque era Guns N’ Roses, sin duda, quien ganaba la batalla.
En la radio, Slash arrancaba a su guitarra notas de desamor, y mientras Teo se vestía con la ropa recién planchada, revivió el día en que Sonia lo rechazó con un «No eres lo suficientemente duro», yéndose con el primero que se atrevió a encender un cigarrillo durante el recreo. ¿Qué sería de ella? ¿Se habría vuelto una madre responsable que advertía a su hija contra los «chicos malos» o seguiría buscando al suyo?
«Everybody needs somebody», sentenció Axl Rose, y Teo dijo que sí, que pudiera ser que todo el mundo necesitara a alguien, pero él había elegido una vida en la que no podía aferrarse a nadie y quizás, sólo quizás, Sonia era la responsable. Pero de nada servía ya pensar en eso; los minutos pasaban y el grupo con el que asaltaría una sucursal del banco Quarto Cerchio estaba a punto de reunirse, así que se cubrió con un impermeable militar, la bolsa de las herramientas colgada firme de los hombros, y partió hacia el destino incierto, dejando que los recuerdos se perdieran en la fría lluvia de noviembre.
B.A.: 2.016
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