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Me supo mal el desencuentro pero tenía que acceptar mi soledad y él la suya. A partir de entonces estaríamos solos hasta el fin de nuestros días.
Antes de despedirme de él le dije: nos aferramos a apariencias pasajeras y sufrimos cuando éstas desaparecen; en conservar la belleza y ésta pasa, en ser jóvenes y la juventud no dura, en vivir y morimos.
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