Un cuento anti- navideño

- Protégete! - le rogó su amigo.

- Gracias querido, lo intentaré - le dijo ella, abrumada y algo reconfortada por el consejo de alguien que para ella era especial.

Pero ella no sabía cómo protegerse ni ahora ni nunca lo había sabido, para ser francos. Lo había conseguido parcialmente, sólo cuando estaba rodeada de algunos familiares, cuando amigos como él la acompañaban, cuando leía buena literatura y tratados eminentes de Historia, cuando se esforzaba en escuchar a los más sabios, cuando disfrutaba con el arte, cuando observaba el comportamiento no verbal, cuando veía series televisivas o películas que la hacían reflexionar sobre la torpeza y el comportamiento errático de las personas.

Había un gran secreto que sus supuestos congéneres desconocían de ella. Su apariencia humana era una máscara, un envoltorio de camuflaje. Ella era una alienígena de otro planeta enviada para la misión de interactuar con los habitantes de la Tierra, con el objetivo de una futura intervención.

Nos tememos que habían mandado a la "soldado" equivocada. Era lista, inteligente, audaz, perspicaz, con fácil capacidad de adaptación a diferentes medios. Por eso estaba en nuestro mundo; pero no podía cumplir con éxito su tarea, pues también era demasiado frágil, sensible, intolerante con los necios, con la maldad en todas sus ramificaciones.

Definitivamente decidió hacer caso a su amigo y buscó protección. Le daba asco el género humano, no compensaba el amor que llegó a sentir por la belleza y bondad de algunos terrícolas. Era insuficiente.

Dimitió de su cargo y volvió a su planeta, ahora volvía a estar protegida y segura, aunque habitando en ella, eso sí, la sensación de fracaso.

En estos tiempos convulsos, el planeta Tierra no iba a ser visitado por extraterrestres...al menos, en son de paz.