Había un hombre que caminaba por la calle mientras iba maldiciendo su suerte en la vida. Una de sus frases más repetidas era que llevaba una vida de perros desde hacía tiempo. Se dio la casualidad de que no muy lejos de allí pasaba un perro callejero, que oyó sus quejas. No pudo evitar acercarse a aquel hombre y, con pasmosa seriedad, no exenta de ironía, le dijo:
—¿Vida de perros? ¿Acaso cree usted saber lo que es una vida de perros? ¿Acaso ignora usted que el que un perro tenga un hogar donde poder dormir calentito depende de factores ajenos a él, como puede ser el que un humano lo compre o lo adopte? ¿Acaso ignora usted que podrían contarse con los dedos de una mano los casos en que un perro consigue alimento por sí mismo, sin intervención humana? ¿Acaso no sabe usted que un perro depende totalmente de los humanos para poder acceder a tratamiento sanitario, vacunas, etcétera? ¡¡Ustedes los humanos sí son afortunados, que tienen el destino en sus propias manos!!
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