ViVir EN LA UTOPÍA
Por franciscomiralles
Enviado el 31/12/2016, clasificado en Reflexiones
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Hace unos pocos años que fui con un conocido a almorzar a un buen restaurante de mi
ciudad, y al llegar a los postres vimos que en aquel local entraba un sujeto cuarentón; era de
estatura mediana; moreno, y con el cabello rizado, en el cual se dibujaba en sus labios una
sonrisa de triunfador. En el acto se le acercó un grupo de personas que se hallaban allí,
quienes le saludaron efusivamente; con manifiesta admiración.
- Este hombre que acaba de entrar se llama Enrique Blai, y es un cantante de música melódica
por lo que todas las mujeres se enamoran de él - me aclaró mi compañero de mesa.
- ¿Ah si? Pues a simple vista yo no le veo nada en especial. Debe de conquistar a las féminas
con sus melodías - respondí yo con bastante indiferencia.
- ¡Lo que tú tienes es envidia! - expresó mi acompañante con desdén.
- Hombre ¿No ves que eso que dices es ridículo? - le respondí con ironía-. Vamos a analizar la
cuestión. ¿Qué probabilidades tengo yo para ser como Enrique Blai? ¿Acaso soy cantante?
Mi compañero se quedó callado.
- Es evidente que no - continué-. La verdad, es que canto como un gallo ronco. Estoy seguro
que si me diera por emular a ese Enrique Blai en un escenario el público me tiraría tomates
con toda la razón. Y por otra parte. ¿Tengo yo una dimensión pública que me dé fama?
Tampoco. Por tanto, ¿cómo voy a tener envidia de álguien que pertenece a un mundo distinto
del mío? Claro que a todos nos interesa progresar, pero siempre dentro de nuestra realidad
personal. Mas yo estoy convencido que esto de soñar fuera de nuestras posibilidades se debe
a una herencia del platonismo.
- ¿Qué? - hizo mi acompañante con extrañeza.
- Sí. Hace más de tres mil años que el aristócrata filósofo griego, a pesar de que abrazaba a
la razón y criticaba al poeta Homero, también tenía un pie en la primera etapa mítica de la
Humanidad, y por tanto se le ocurrió especular sobre la esfera de las Ideas. Según él, la
ciudad en la que uno vive, no es más que una sombra de una ciudad ideal, y más perfecta
que la tangible que está en el cielo. De ahí surgió el concepto de UTOPÍA que aparece en su
libro LA REPÚBLICA.
En la EDAD MEDIA este Ideal lo asumió la Iglesia a través del Arte que por supuesto ha calado
hondamente en nuestro ánimo a lo largo de la Historia.
Y ya en el Renacimiento el pensador inglés Tomás Moro siguió en esta misma tradición
platónica en torno a la UTOPÍA.
Posteriormente, dicha sublime teoría a partir de la Ilustración la asumieron, cada uno a su
manera los racionalistas idealistas como Hengel, o Kant. Asimismo los poetas románticos para
oponerse a un tan rígido como dogmático racionalismo que no les gustaba en absoluto se
dedicaron a sobrevalorar a la imaginación, a desenpolvar a las viejas leyendas, y a las
fábulas.
Ahora este ideal estereotipado ha caído en manos de la política, y de la engañosa publicidad
que nos manipula descaradamente el cual para mucha gente, lejos de entender que se trata
de un símbolo que nos estimule para ir en busca de una vida mejor, le ha dado un
un sentido literal y se ha convertido en una inmovilista fijación gravada en su mente que está
fuera de su alcance, y que por supuesto les lleva a la frustación. Pero yo estoy convencido que
si nos aferramos a la literalidad de esta idea romántica de las cosas, es porque en el fondo no
nos gusta ni nuestra manera de ser, ni la realidad que nos envuelve.
- ¡Anda, que cosas dices! - exclamó mi acompañante.
- ¿No es así? ¿ Entonces cómo explicas tú que haya indivíduos que sueñan con tener un
brillante trabajo sin haberse preocupado de tener ninguna preparación, según me ha contado
una empleada de la Oficina de Empleo del Ayuntamiento de nuestra ciudad?
Y sin más discusión, tomamos una buena taza de café-Exprés.
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