El príncipe inconformista (2ª parte)
Por ladymarwen
Enviado el 04/01/2017, clasificado en Cuentos
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Pero el príncipe valiente y osado no se amedrentó ante el órdago que le lanzó su padre. Él sabía perfectamente que se podía ser noble, de rango real y caballero al mismo tiempo. No era requisito primordial combatir en hazañas, ni llevar constantemente una reluciente e imponente armadura.
Como además era un joven sagaz y ya había previsto los propósitos de su padre, se había confesado previamente a su leal amigo, el Mago.
Ambos diseñaron un plan donde no cometerían fechoría alguna. Guzmán no podía deshonrar a su dinastía ni a su pueblo.
El Mago escondía secretos, porque no siempre estuvo en esa corte, de hecho, su edad avanzada era incalculable... Era un hombre de mundo que había recorrido y conocido lugares lejanos, bellísimos e inimaginables, incluyendo Oriente. Había llegado a conocer a un ser tan insigne como Marco Polo y en China habló y se instruyó con astrólogos y lamas tibetanos. Toda una herejía!!
Fue allí, donde precisamente supo que los dragones eran reverenciados, porque eran benefactores de los habitantes de las grandes ciudades.
Existía la leyenda plenamente aceptada por los pueblos orientales, de que la primera dragona llegó a nuestro terrenal mundo una vez hecha la creación y ella dio forma a los seres humanos a partir del barro, insuflándoles su espíritu de amor al oído. También les enseño sobre arte, música y agricultura.
Los Gnósticos, rivales de los primeros cristianos, se sumaban también a similares creencias, tales como que los verdaderos creadores de la humanidad fueron "figuras bestiales". Y así, seguimos añadiendo herejías, una tras otra..
Guzmán se sintió fascinado cuando su consejero Mago le narró todo esto, lo cual para él llegó a tener total sentido; porque el dragón que moraba en su reino no tenía alas (aunque volara) y tenía apariencia de serpiente.
No hay que menospreciar la sabiduría de nuestro príncipe Guzmán en materias tan profanas, pues él había leido libros prohibidos, como rebelde que era a su modo, y se había interesado siempre por otras culturas e historias impropias de Occidente.
Una noche cerrada, con niebla espesa y gélida, el Príncipe y el Mago escaparon, aprovechando esta coyuntura y se escondieron de los centinelas. Fueron a la guarida del Dragón.
El Mago con sus prodigiosos sortilegios había conseguido estos años de reinado, mantener con vida al dragón a pesar de los persistentes intentos del Rey por aniquilarlo. También salvó al niño Guzmán en su primer contacto con él, aunque nadie se percató en ese momento de su ardid, ni el mismo Guzmán, preso de su corta edad e inocencia.
Y esta noche, el hechicero fabuloso, hizo su truco más magistral:
Una desmedida compasión y amistad nació en ese instante de encuentro entre príncipe y bestia. Ninguno pudo asesinar al otro.
Como Guzmán, en el fondo, siempre había deseado aventura y una vida diferente, se marchó para nunca volver, volando en los lomos del Dragón hacia tierras aún ignotas; hacia un lugar donde no hiciera falta ser noble de nacimiento para no ser considerado servidumbre, un lugar donde no primara la supremacía militar ni la superioridad de razas, un lugar donde se premiara el conocimiento, un lugar que tuviera por bandera la libertad ; en definitiva un lugar donde hombres y mujeres tuvieran los mismos derechos y reinara el bienestar. Una utopía quizás...
Guzmán no pudo despedirse como hubiera querido de los suyos, pero ese era su destino y así era como debía hacerse justicia.
Su fiel amigo ya se encargó de fingir el escenario de un duelo a muerte donde quedaron los restos de un héroe bello, aniquilado, pero victorioso y la mole de un dragón monstruoso y vencido.
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