Nadie pintó el edén...
Por Kim Bertran Canut
Enviado el 10/01/2017, clasificado en Reflexiones
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Paisaje urbano con un suave tapiz estucado, de zigzagueantes copos de nieve, el tenue y gélido viento abriga a los transeúntes que van a pie o en auto. Los vagabundos tiran de sus carritos existenciales, en ellos acarrean “su alma”, equipaje caritativo de su condición ambulante. En otra parte, no demasiado distante, los chicos dorados al sol, se bañan, sonrientes en las playas de arenas ardientes y montan sus tablas de surf…Volvemos al suburbio de la metrópoli, allí por necesidad, una niña prostituta coge la mano del anciano desahuciado… su rufián apoyado en una estatua de falso mármol. Solo es un chiquillo y ya teje la rabia y el odio hacia el mundo… precoz, morirá en su propia red, con un arma apuntando la sien del destino ¿O tal vez, será desatino? Siempre existen sombras en los callejones, en las tabernas hediondas, hombres y mujeres, fuman colillas y beben vino peleón. Carne picada y cervezas, en la barra aglomerada de gentes, ojeadas bravuconas, navajas, razas variopintas, hambres, gorras veteranas, sombreros deteriorados, sangre y tullidos, todos mirando al cielo, señalando como posible salvación, la tormenta que se acerca. En otro lugar, el señor de la comarca, ha festejado su onomástica con una cacería en su extensa propiedad. Persiguen al zorro con, cruel fanatismo y ansia de laureles…Una tarde cruzando los arrabales, desde el cristal protector de su limusina, ve a un mendigo, tendido en la acera, agonizando y a una niña que solloza a su lado, por un segundo, sus ojos se encuentran…El señor desciende la mirada, aprieta la mano de su amante y ejecuta al chofer, la orden inmediata de partir, éste, obedeciendo, cruza la señal en ámbar y se aleja de la barriada, a toda celeridad…
Julio 2011
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