Denunciar relato
Un hombre de cuarenta años, yace sentado con sus ojos clavados en la pantalla de su ordenador, digita un párrafo despidiéndose, ha decidido terminar con su oprobiosa soledad:
"Adiós amigos Cibernautas los espero en el infinito vacío del Ciber Espacio". Luego cogió un vaso con agua y bebió la pócima de barbitúricos. Su habitación se veía desde la playa como un faro agonizante, sólo la tenue luz de la pantalla iba trasminando las celosías de una ventana; las olas incesantes embestían los muros de piedra de un acantilado. En su agenda virtual aparecían miles de nombres de amigos Cibernautas. Como una tuerca de una maquinaria obsoleta por el paso del tiempo, un ser humano anónimo, desaperecía del engranaje virtual.
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