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Jaime, con todo su dinero, era el más miserable de los tacaños. Si Jorge, el hermanito consentido de su mujer, esperaba un gran regalo con motivo de su boda, estaba muy equivocado. Aunque ello le costara el divorcio, le obsequiaría con ese par de gemelos que había comprado, a precio de saldo, para la ocasión.
Cuando Jorge abrió la cajita, no podía creer tamaña generosidad por parte de su cuñado: unas llaves de un coche y, por el logo del llavero, ¡un BMW!
Los ojos de Jaime se le salían de las órbitas.
En un rincón, su esposa se estremecía de gusto con solo pensar en la cara que pondría su marido cuando viera el descalabro qué había sufrido su cuenta bancaria.
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