Verborrea poco sincera

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No sé cuánto necesitaría vomitar en este momento para llegar a sentirme bien conmigo mismo. Supongo que el aporrear este teclado sirve de momentáneo placebo hasta que decida recostar mi cabeza en la almohada.

Es el inicio de verano. Lo que augura ser un tedioso verano, junio. Mi economía me permite poco más que el disfrutar de alguna que otra buena película, cuando tengo la suerte de toparme con una de estas, tomarme algunas cervezas con mis amigos, palabra que podría tenerme escribiendo lo que resta de noche, y hacer el amor con la que creo que tendría que llamar mi novia, más de lo mismo supongo.

Intento, ahora, a altas horas de la madrugada y por motivos que realmente todavía no llego a comprender, ser del todo sincero conmigo mismo, cosa que no creo que mediante estas palabras llegue a conseguir. Aun así creo poder engañarme, aunque solo sea hasta el momento en que me de por releer toda la mierda que mis manos atienden a escribir. Podría despotricar del mundo, de Dios y de la santa madre que me puso en el, pero una crispante serenidad no me permite aun el tocar temas tan grandilocuentes. Esto que escribo no es más que, de momento, un pequeño clamo a mi mala suerte, la cual no atribuyo a nada más grande que yo mismo, no seria justo, aunque quizás tampoco lo seria atribuírmela del todo yo, desmerecido mérito. Mal de mi, todavía no logro engañarme. Quizás un poco más adentro… quizás. No despegaré más las manos del teclado a no ser que sea para ponerme una copa. Pretencioso. Siento beberme el whisky de alguien, pero el whisky de alguien tengo que beberme, ya que como he manifestado antes, en los planes de mi economía no entra el derecho de tener whisky propio. Pregúntate ahora, parásito, es necesario que te bebas el whisky de alguien? NO, por eso mismo lo haces. Por eso mismo lo hago, porque mis vacaciones me dan el pasajero derecho de hacer cosas que no son necesarias. Verborrea. Se sincero.

El caso es que parece que escribo porque puede que así me sienta un poco más libre, aunque como observación, anotaré que este acto comporta que siga siendo yo esclavo de una multitud de procesos que ahora tampoco entraré a valorar. El caso es que escribo, y punto. Para decirme la verdad, si, para ser más libre, también, y para tener algo más interesante que hacer antes de irme a dormir que buscar, entre toda la morralla de lo que ahora fácilmente se llama cine, esperando encontrar algo que se parezca al arte. O algo que mínimamente se parezca a mí, quizás. Tampoco entraré a valorar el arte.

El caso es, por un motivo o por otro, que me he sentido irrefrenablemente atraído por la idea de que alguien, casualmente, algún día, pueda llegar a leer estas palabras, cosa altamente improbable. Aun así parece ser que no desistiré en la búsqueda de una verdadera sinceridad por y para mi mismo, así que, tocando fondo y sin mirar hacia arriba, puede que me dedique a buscarla.


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